Mariana Pla Rosso lleva catorce años trabajando con pacientes con trastornos de la conducta alimentaria en la Asociación Bulimia y Anorexia de A Coruña (Abac), una entidad sin ánimo de lucro que atiende, cada mes, a una media de entre sesenta y setenta pacientes de Galicia, Asturias y León.

-¿Influyen las variaciones en la talla de la ropa en el desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria?

-Los trastornos de la alimentación son multicausales, es decir, están provocados por varios factores, que pueden ser individuales, familiares o socioculturales, como el tema del tallaje. El hecho de que una determinada talla de ropa no nos sirva no desencadena, por sí solo, un problema de este tipo, aunque sí es cierto que el culto a la delgadez que impera en la sociedad actual puede influir en que una persona desarrolle anorexia o bulimia.

-¿Qué tienen en común todos los pacientes con trastornos de la alimentación?

-Son gente muy vulnerable, con una personalidad que les predispone a sufrir estas patologías. Por lo general, se trata de personas muy perfeccionistas, con una responsabilidad extrema, que se marcan metas muy altas... El ejemplo más claro está en la comida, todos tenemos hambre pero ellos saben autocontrolarse para dejar de ingerir alimentos.

-¿Este tipo de trastornos siguen siendo más habituales entre adolescentes, o ya se detectan también en pacientes de mayor edad?

-El perfil mayoritario sigue siendo el de una joven adolescente, pero también tratamos ya a mujeres de entre 40 y 45 años, e incluso a hombres.

-¿Qué es más frecuente, la bulimia o la anorexia? ¿Pueden entremezclarse?

-Los casos de anoréxicos o bulímicos puros son muy pocos. Lo normal es un trastorno no específico, que mezcla características de ambas patologías con cuadros depresivos u otros problemas.

-¿Qué servicios ofrece la asociación coruñesa?

-En primer lugar, el paciente y sus familiares mantienen una entrevista con nuestro equipo de psicólogos. Después, con nuestra valoración y la de los médicos se determina cuál es la situación del enfermo y se diseña su tratamiento. Hay dos opciones: para los casos más leves, bastará con realizar una terapia ambulatoria, consistente en reunirse una vez a la semana con el psicólogo y, cada quince días, acudir a consulta con el psiquiatra. En los de mayor gravedad, se recomienda ir al centro de día, donde un equipo de expertos controlará que el paciente haga correctamente las principales comidas.

-¿Qué papel desempeñan las familias en todo el proceso?

- El papel de las familias es fundamental. Por eso, desde la asociación también les damos las pautas para que sepan cómo tienen que actuar ante cualquier situación.

-¿Cuáles pueden ser los signos de alarma?

-Normalmente estos problemas se producen al iniciar una dieta. Hay que estar atento a las restricciones de alimentos, a si después de terminar la comida abandonan rápidamente la mesa, si sufren cambios de humor, están tristes o con la autoestima baja, si comienzan a vestir con ropa holgada, si tienen frío con frecuencia, problemas con la menstruación o si empiezan a alterar sus relaciones personales.

-¿Cuánto suele durar el tratamiento?

-Depende de en qué fase se detecte el trastorno, porque está claro que cuanto antes se diagnostique, antes se curará. Lo habitual es que los tratamientos duren entre dos y tres años.