En su libro Paseata arredor da morte, el médico y escritor compostelano Domingo García Sabell hace un análisis filosófico, psicológico y social de la muerte y de cómo la viven los profesionales de la salud. Con un objetivo similar, la Asociación Punto y Seguido, de mujeres afectadas por el cáncer de mama, organizó ayer en la Fundación Paideia, en A Coruña, una mesa redonda en la que diversos especialistas, como el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid Antonio Pedreira Andrade o el anestesista y presidente de la Asociación Derecho Muerte Digna Luis Montes, debatieron sobre si, en España, a los pacientes en fase terminal se les ofrece la posibilidad de "disponer de su propia vida".

El primero en abrir fuego fue Luis Montes, quien aseguró que, en España, "se muere muy mal". "Los políticos no están preparados para hablar de la eutanasia. La sociedad, sí", afirmó el anestesista, quien, en 2005, se vio implicado en uno de los mayores escándalos de la sanidad pública española al ser denunciado por las presuntas sedaciones irregulares en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, aunque finalmente el juez archivó el caso.

"Tenemos un marco de derecho. Tenemos que exigirlo", añadió el especialista, al tiempo que invitó a la sociedad a tomar las riendas de la situación. "La sociedad debe ponerse al frente, con una actitud más activa, y exigir a los políticos un debate sosegado sobre la eutanasia y el suicidio asistido. Hay que pelear por el derecho a poder elegir entre una buena muerte, es decir, lo más confortable posible, en la que se respeten los valores del núcleo familiar y con los padecimientos mínimos necesarios, o una mala muerte, entre tremendos sufrimientos físicos y psicológicos", subrayó.

El anestesista explicó que la muerte tiene un proceso "lógico", en el que "alargar la vida de forma artificial" no tiene cabida. "Se supone que cuando un paciente decide rechazar un tratamiento es porque ha valorado todas las opciones. Lo que tiene que hacer el médico es darle toda la información posible, nunca tratar de persuadirle", destacó el especialista, quien, sin embargo, lamentó que los facultativos, ante este tipo de situaciones, suelen optar "por el abandono o la objeción de conciencia". "El caso de Inmaculada Echevarría, la paciente andaluza que quería morir en el centro en el que había estado ingresada diez años y que, finalmente, tuvo que ser trasladada a otro hospital para poder ver cumplido su deseo, es un buen ejemplo de ello", indicó.

Montes afirmó que, cuando la muerte de un paciente es inevitable, los tratamientos "desproporcionados" para mantenerlo con vida no son más que un "encarnizamiento terapéutico". "Habría que limitar el espacio terapéutico pero, lamentablemente, en los hospitales españoles se suele optar por la primera opción", remarcó el presidente de la Asociación Derecho Muerte Digna, quien además aseguró que en España se practican la eutanasia y el suicidio asistido "en la clandestinidad".

En la mesa redonda también participó el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y presidente de la Asociación Párkinson Madrid Antonio Pedreira Andrade, quien disertó sobre el derecho a la propia vida y sus límites, asegurando que "no es un tema jurídico, o que puedan solucionar los juristas". "Necesita un abordaje interdisciplinar, ya que está sujeto a todo tipo de condicionantes", destacó Pedreira Andrade, quien explicó que el Código Penal español introduce un apartado de un artículo -el apartado 4 del artículo 143- que "se supone que resuelve el problema de la eutanasia", pero que es "prácticamente inoperable". "No es baladí que países europeos como Francia, Alemania o Italia traten de regular la eutanasia desde fuera del Código Penal, por la vía de la legislación especial", apuntó el juez.

Para el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, los países europeos parten de una "relación paternalista entre la medicina y el derecho". "Por eso les cuesta tanto introducir la autonomía del paciente, porque eso implicaría el fin del sistema de beneficencia, que es el que conocen los jueces desde el código de Napoleón", indicó Pedreira Andrade, y añadió: "El tema tiene que abordarse desde ya, no basta con introducir, únicamente, un párrafo en el Código Penal y pretender regular, con esas cuatro o cinco líneas, todo el problema de la eutanasia", señaló.

Cultura de la muerte

Pedreira Andrade aseguró que la solución pasa por "promover una cultura de los supuestos entre la vida y la muerte", similar a la que ya existe en Estados Unidos. "El tema salta a la prensa cada vez que hay un problema serio, sin que se consiga nada más que reinterpretarlo a diario, pero lo que tienen que hacer los médicos es ir más allá", subrayó el magistrado, al tiempo que puntualizó. "No obstante, es muy positivo que se planteen este tipo de contradicciones, tanto a nivel popular como de educación. Si somos una democracia, tenemos que dar solución a todos los problemas que surjan en la sociedad", concluyó.