Ferran Adrià, impulsor de la revolución de la vanguardia gastronómica mundial y considerado por muchos como el mejor cocinero de la historia, cerró ayer El Bulli. Su carrera se ha guiado siempre por una máxima: "Creatividad es no copiar", y desde que asumió esta filosofía como propia, la cocina de vanguardia mundial ha sufrido una auténtica revolución liderada por un diminuto restaurante en Cala Montjoi, en Roses (Girona), y apoyada por una generación irrepetible de chefs que han consolidado a España como líder gastronómico.

Adrià nació en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) el 14 de mayo de 1962 en el seno de una familia de clase media. Su primer contacto con la hostelería fue en la adolescencia. Tras su negativa a seguir estudiando, en 1980 aceptó un trabajo de fregaplatos en el Hotel Playafels de Castelldefels (Barcelona) para poder costearse un viaje a la isla de Ibiza. En el mundo de la cocina se introdujo de la mano de un libro que llegó a aprenderse de memoria, El práctico, debido al empeño de su jefe en el hotel donde trabajaba. Una vez conocidas todas las bases de la cocina tradicional, algo que él siempre ha considerado básico para crear platos nuevos, hizo el servicio militar y después fue recomendado para hacer unas prácticas en El Bulli. Después entró en su plantilla como jefe de partida y en un año ya era jefe de cocina. En el Bulli se empezó a fraguar una revolución en gastronomía, que comenzó con un acercamiento a lo autóctono y al Mediterráneo de los platos heredados de la alta cocina francesa y que le supuso al restaurante la recuperación definitiva de su segunda estrella Michelin. Acompañado en el restaurante por su hermano Albert Adrià desde 1984, que se encargó de la pastelería hasta 2008, Ferran fue evolucionando y avanzando en técnica y precisión a la hora de crear nuevos platos.

Como culminación de esta etapa, el primer libro de El Bulli El sabor del Mediterráneo, que dio paso a innovadoras técnicas y conceptos en la Alta Cocina: nuevas texturas, como las gelatinas o las espumas, la reconocida deconstrucción y más adelante los aires, la sferificación y los primeros coqueteos entre ciencia y cocina. En 2003, el cocinero fue portada de la revista del New York Times, en 2004 de la de Le Monde y en 2007 se convirtió en el primer cocinero de la historia invitado a exponer sus creaciones en la feria internacional de arte Dokumenta de Kassel, Alemania. La lista de sus premios y distinciones es casi infinita.