El robot Liropus 2000, un vehículo submarino no tripulado que permite grabar fondos submarinos a dos mil metros, se convertirá en los ojos que chequearán las profundidades de la erupción submarina de El Hierro y saldrá de Vigo el próximo lunes. Solo existen 22 unidades de este tipo en el mundo. Este nuevo sistema del Instituto Oceanográfico Español (IEO) zarpará con uno de los "laboratorios flotantes" más importantes de Europa, que constituye el buque oceanográfico Ramón Margalef -atracado en Beiramar- y en el que se invirtieron unos 18 millones de euros.

Varios operarios ultimaban ayer a marchas forzadas el montaje del oceanográfico Ramón Margalef en una dársena de la ciudad. El lunes se prevé que hagan pruebas en la ría de Vigo para ver cómo está la adaptación con el robot y que esa tarde o al día siguiente el Margalef salga rumbo a Canarias en la que será su primera misión. El Ministerio de Ciencia e Innovación no pudo confirmar el listado de científicos que integrarán la campaña, si bien el buque tiene diez días de autonomía y espacio para 11 investigadores y técnicos, además de sus 12 tripulantes.

En lo que respecta al robot (Remote Operated Vehicle), está dotado con un sistema de iluminación de 17.000 lumens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios) y cámaras tanto de alta definición como de muy baja luminosidad. Cuenta para la toma de muestras con dos brazos manipuladores hidráulicos. Opera conectado al barco en la superficie por medio de un largo cable umbilical -con cables de señal y de fibra óptica- en función de si se realiza trabajos en las profundidades o solo capta imágenes. Según el IEO, el robot cuenta con seis motores ya que combina una gran potencia y capacidad de carga para llevar las cámaras y los instrumentos de medición.

El jefe de equipamiento del IEO, José Ignacio Díaz, indicó también que el buque, con 46 metros de eslora, dispone de unas sondas con las que se hará un reconocimiento batimétrico muy detallado antes de poder echar al agua con seguridad el Liropus 2000. La sonda del Ramón Margalef funciona "como una especie de abanico" que da la topografía del fondo marino en tres dimensiones y, al mismo tiempo, tiene un módulo que permite ver si hay discontinuidades dentro del agua, con lo que se sabrá si está caliente o si sale gas del fondo.

José Ignacio Díaz señaló que antes de echar al agua el robot, habrá que tomar precauciones pues "se trata de una instrumentación muy cara" y para la campaña que se hará en aguas herreñas la previsión es que el coste del buque esté en torno a los 10.000 o 12.000 euros diarios, a los que habrá que añadir entre 3.000 y 3.500 cada día del Liropus 2000 y los gastos de personal.

El buque Ramón Margalef y el robot Liropus 2000 forman una "simbiosis" para participar en la evaluación del agua del mar en las costas de El Hierro, aseguró Díaz, que reconoció cierto "vértigo" porque que será la primera vez que se utilice el Margalef. El IEO recibió el buque el pasado 23 de septiembre y ante la aparición en el mar de La Restinga de manchas generadas por la erupción submarina se han acelerado los preparativos para probarlo con el robot. Una vez hecho el mapa topográfico de la zona se determinará si hay seguridad para poner el robot, que está metido en un "garaje" y es capaz de identificar la topografía. "El sistema es un todo", insistió el jefe de equipamiento del IEO, que señaló que la mancha probablemente no sea un lugar seguro para que navegue el buque, ya que se refrigera con agua salada. Pero como el buque científico Profesor Ignacio Lozano, del Instituto Canario de Ciencias Marinas, llegó ayer, cuando lo haga el Margalef ya se habrá investigado la naturaleza del agua.