Pilar Castiñeira, vecina de A Coruña, es un ejemplo de cómo con paciencia y esfuerzo un niño con déficit de atención no sólo puede rendir en el colegio como uno más sino destacar entre sus compañeros y cubrir el expediente académico de notables y sobresalientes.

Desde que su hija, que ahora tiene 14 años, iba en 3º de Primaria, Pilar notó que algo no iba bien. "Teníamos la experiencia de mi hijo el mayor y como ambos seguían las mismas pautas en casa y ella tenía más dificultades, vimos que pasaba algo", señala Pilar, quien sostiene que durante varios cursos nadie le hizo caso en el colegio. "Se creían que al ser la pequeña la tenía sobreprotegida", señala. Ya en sexto contactó con una psicóloga que le dio la razón y tuvo que acudir a un centro de Madrid, donde le diagnosticaron déficit de atención con trastorno semántico, es decir, dificultad para comprender ciertas palabras.

Pilar dejó de trabajar y se volcó con la educación de su hija. Cada día la apoya a la hora de hacer los deberes y adapta la materia a sus necesidades para que la niña aprenda con más facilidad. Algo que junto con la colaboración del instituto -le dejan dos horas para hacer los exámenes, le hacen pruebas orales o le permiten entregar todos los deberes semanales juntos- tiene un resultado excelente. "Saca notables y sobresalientes", indica Pilar.

Distinto es el caso de Eva Blanco, donde el esfuerzo de sus hijos, de 12 y 11 años -ambos hiperactivos y uno con trastorno negativista desafiante (siempre dice no a todo) añadido- no siempre se ve recompensado. "Son muchas horas de trabajo de lunes a domingo. Ellos también quieren cobrar a final de mes, pero no siempre es así. De todas formas hay que animarles. Para ellos un cuatro no es un fracaso, está muy bien", sostiene esta madre coruñesa.

El diagnostico de los niños de Eva llegó después de ver que eran "exageradamente desobedientes", muy nerviosos y que tenían problemas con compañeros en el colegio. En su caso no siempre ha recibido el apoyo del colegio y pide una coordinación entre padres, profesores y Administración.

Ambas madres son conscientes del esfuerzo que para todo el entorno supone un niño con hiperactividad, pero reconocen que también tiene su lado positivo. "Yo siempre digo que la diversidad es una cualidad que hay que encauzar", indica Pilar. "Estos niños si son buenos en algo, son muy buenos", añade Eva, quien asegura que suelen ser personas muy creativas, originales y que se implican en lo que les gusta.