-¿Es demasiado pronto para hablar de metas al frente de la Sociedad española para el Estudio de la Obesidad (Seedo)?

-Ya llevo dos años como presidente electo y de alguna forma tengo marcadas las líneas a seguir. La Seedo es una sociedad con un componente muy clínico centrado en la obesidad: en sus causas y en cómo prevenirla, que trabaja en alianza con otras sociedades. Acabamos de definir un documento de consenso sobre qué debe tener la alimentación normal y sobre la necesidad de enfocar el tratamiento y la prevención de la obesidad de forma integral, y mi idea es continuar por ahí. Tenemos que reforzar la comunicación con la Administración porque nosotros, los médicos, podemos hacer pocas cosas en el control de la obesidad. Es un problema muy complejo y no tenemos herramientas.

-¿Qué herramientas?

-Necesitamos medicamentos nuevos. Hace cinco años teníamos hasta tres, pero en este momento solo contamos con uno y con una eficacia limitada y que, además, no cubre el sistema público de salud.

-¿Qué ha ocurrido con los otros dos?

-La Agencia Europea del Medicamento, y después la española, decidió prohibir su comercialización por los efectos secundarios. Es una medida que siempre hemos criticado porque creemos que los médicos estamos lo suficientemente capacitados para actuar en beneficio del paciente. La Administración exige tanto a un fármaco nuevo que al final tiene que retirarlo. En esta decisión se esconde un componente hipócrita porque si le doy a un paciente un medicamento y sufre un infarto nos demanda, al médico, al sistema de salud y a la farmacéutica, pero si lo sufre sin haber ingerido ningún medicamento no se querella contra nadie. Parece que al final lo único que nos preocupa es evitar la posible denuncia, aunque se deje sin ayuda farmacológica al paciente.

-Además de a problemas cardiovasculares, hipertensión y diabetes, la obesidad se asocia al cáncer...

-La obesidad se asocia por sí misma a una serie de cánceres, como el de mama, de colon..., aunque esto muy poca gente lo sabe. Por eso la prevención de la obesidad es la lucha contra el cáncer y cada vez conocemos más cánceres relacionados con la obesidad.

-Pero siempre ha habido obesos.

-Pero eran una rareza. Antes tampoco sabíamos todas sus repercusiones e incluso se veía como una señal de bienestar económico. Ahora sabemos que es muy grave y, además, la sufren millones de personas, por eso la OMS la ha declarado la epidemia del siglo XXI.

-¿Somos conscientes de su dimensión?

-La obesidad afecta al 22% de la población adulta española y va en aumento, aunque no sabemos a qué velocidad, y en niños y adolescentes aumenta cada vez más. Dos de los factores que han provocado esta epidemia son la disposición de alimentos muy ricos en calorías y relativamente baratos, y el abandono de la actividad física. De los médicos siempre se dice que exageramos. No estamos ante un problema estético, sino ante un problema con consecuencias graves, y solo cuando hayamos convencido a la sociedad de que es un problema de salud pública muy grave, los políticos se pondrán en marcha. Se están haciendo cosas, pero necesitamos más. Mientras la obesidad no aparezca en los programas políticos, persistirá el problema. ¿Qué pasaría si se declarase una epidemia de escarlatina o de viruela que afectara al 22% de la población? Basta recordar lo que sucedió con la gripe A hace apenas unos años y eso que solo era una amenaza. El problema es que la obesidad es una enfermedad silente y la forma en que desgasta el organismo no se ve. Por eso no da la misma sensación de alarma.