Su belleza no se ve a simple vista. Está escondida en la oscuridad del océano, en las zonas más profundas de las aguas que bañan Galicia. Son hábitats de gran valor por su escasez y corren peligro de desaparecer. Un grupo de científicos de Oceana -la mayor organización internacional centrada exclusivamente en la conservación de los océanos, la protección de los ecosistemas marinos y las especies marinas amenazadas- acaba de regresar de un encuentro en Bergen (Noruega) donde se han dado cita investigadores de Noruega, Reino Unido, Francia, Suecia, Alemania y España para debatir sobre la existencia en aguas del Atlántico noreste de hábitats marinos de gran importancia que se encuentran en peligro de desaparecer o en grave retroceso.

En este encuentro, organizado por Ospar -Convenio sobre protección del medio marino del Atlántico nordeste-, Oceana presentó los hallazgos realizados durante sus expediciones que demuestran la existencia en aguas atlánticas de España y Portugal de 25 hábitats marinos que deben ser protegidos. Varios se encuentran en aguas gallegas: "Se trata de hábitats profundos, aquellos que se hallan a más de 200 metros de profundidad y de los que existe poca información", explica Ricardo Aguilar, director de proyectos de investigación de Oceana Europa.

"Percibimos que sobre todo existe información sobre los hábitats que se encuentran a 40 o 50 metros, que son los estudiados por los submarinistas, pero poca información sobre los hábitats profundos, aquellos que se encuentran a más de 200 metros de profundidad y precisan de robots y otras tecnologías para registrarlos. Pocos de esos habitats están recogidos en el Convenio Ospar", lamenta Aguilar que destaca que países como Noruega, Reino Unido o Alemania "han realizado muchos esfuerzos en estudiar la biodiversidad marina y la existencia de importantes hábitats en sus aguas, mientras que Portugal y España han invertido mucho menos esfuerzo en generar este conocimiento y proteger su riqueza marina. Ya es hora de que la biodiversidad de estos países se ponga en valor y se incorpore a los listados internacionales".

Los principales ecosistemas profundos en Galicia que han estudiado son de corales y esponjas y se encuentran en las montañas submarinas de Cedeira, Illas Sisargas, la zona de la desembocadura del río Eo, Estaca de Bares y el Parque Nacional de Illas Cíes y Ons. "Hay un gran desconocimiento de estos hábitats profundos, en los que hay bosques de corales muy abundantes que no se están protegiendo adecuadamente", advierten. Entre estos tesoros submarinos gallegos, los científicos destacan el coral Árbol amarillo, que crea comunidades muy importantes y con una alta densidad. Tampoco había datos de los corales negros de Cedeira, que aseguran que son muy escasos.

"En las rías hay comunidades muy interesantes de plumas de mar, que viven sobre arenas y son comunidades bastante densas. También corales blandos como manos de muerte y comunidades de esponjas copa", describe Aguilar.

Otro de los hallazgos que han presentado en Bergen es la llamada esponja champiñón, de la que se habían descubierto dos ejemplares en el en el siglo XIX y después no se habían vuelto a ver más. "Hemos descubierto que son bastante habituales en varias zonas de Galicia y del Cabo de Peñas entre 50 y 150 metros de profundidad", apuntan los investigadores. El científico gallego Javier Cristovo fue el que identificó la esponja. "No fue fácil porque en todos estos años no se había apenas hablado de ella", explica Aguilar, que describe estas esponjas como "bosques de champiñones".

Los científicos aseguran que actividades como la pesca o la contaminación han conducido a estos hábitats a una situación de peligro "donde la adopción de medidas de protección por parte de todos los países debe realizarse de forma inmediata para lograr su recuperación". De la existencia de estos enclaves dependen numerosas especies, muchas de ellas de gran valor comercial, que Oceana ha documentado con ayuda de un robot submarino (ROV) en profundidades de hasta 700 metros.

"Estos hallazgos permitirán a países como España o Portugal crear nuevas áreas marinas protegidas y avanzar en el cumplimiento de las normativas y acuerdos internacionales en materia de conservación marina", explica Ana de la Torriente, científica marina que se encargó de la presentación de la propuesta. "Hasta ahora estos países se han excusado en que la falta de información científica ha sido lo que les ha impedido decidir sobre los lugares idóneos para establecer estas reservas marinas. Este retraso debe ser subsanado", indica.