Hace cinco años, a Carlos Mañas le diagnosticaron trastorno afectivo bipolar. Tuvo que dejar su profesión, la publicidad -fue el responsable de una de las campañas de Aquarius-, aunque no por ello se mantiene inactivo. Autor del libro Mi cabeza me hace trampas, centra sus esfuerzos en la ONG Solidarios para el Desarrollo y diseña campañas de marketing social. "Ahora me dedico a conquistar la conciencia civil con el padrenuestro de la publicidad", afirma. Hoy aportará su experiencia vital en estas jornadas.

-Le diagnosticaron la enfermedad con 40 años. ¿Hasta entonces no había tenido síntomas?

-Sí los tenía, pero como era publicista pensaba que los episodios de euforia que tenía estaban relacionados con la creatividad porque cuando los experimentaba estaba súper creativo. No era capaz de decirle al médico que tenía ciertas paranoias y fue mi familia la que me dijo que algo pasaba.

-¿Ha notado rechazo desde que decidió hacer pública su enfermedad?

-He tenido que dejar la publicidad, pero soy muy afortunado porque tengo mujer e hijos, Teo Cardalda (Cómplices) me compuso un tema (Calor de invierno) y mucha gente me ha felicitado por ser valiente y escribir el libro. Sin embargo, cuando tomas la medicación la gente te hace lo que yo llamo 'un cacheo visual' porque los fármacos hacen mella, se te nota en la mirada, en los tics y temblores que te provocan los antipsicóticos, en el habla, pero aún así yo siempre digo que compro la felicidad en la farmacia. Yo la tomo, aunque sé que hay personas que no la siguen, y los entiendo perfectamente. Yo puedo no tomármela si tengo que dar una conferencia, para que no se me note al hablar, y hacerlo después, pero una persona que está trabajando no puede hacer esto. La enfermedad mental es un traje a medida; cada enfermo es distinto.

-¿Por qué a la gente le da miedo saber que tiene cerca a una persona con problemas de salud mental?

-Hay un miedo infundado, sobre todo cuando la persona está medicada. Los casos de agresividad por estas patologías son del 1%. Sin embargo, se siguen diciendo barbaridades sobre los enfermos mentales y te llaman loco, pirado, majara... Esto me reveló y por eso escribí el libro. Y luego está la Administración, que me ha dado la espalda como enfermo.

-¿Por qué?

-Porque confunde invalidez con coste. Entiende como inversión abrir un centro de día, pero como gasto que tenga un psicólogo. Está vapuleando a la sociedad del bienestar, que parece un desguace, y arrinconando al más débil.