Es el postre navideño por excelencia. Durante estos días, reina en la mesa y después, como por arte de magia, desaparece hasta el año siguiente. Una pena, porque el turrón, además de ser una golosina, es un excelente alimento. Sobre todo en el caso del turrón de Jijona y Alicante. Son mezclas de miel, clara de huevo y almendras, ingredientes con numerosas virtudes.

Es bien sabido que los frutos secos son una maravilla y que la clara de huevo es proteína en estado puro. Por tanto, desde el punto de vista nutritivo son absolutamente recomendables. No conllevan colesterol ni grasas saturadas; aportan dosis considerables de calcio, magnesio, vitamina E y proteínas y son cardiosaludables.

No se puede pedir más a un alimento que además tiene un fantástico sabor. También, una generosa dosis de energía ( 550 kcal / 100 g) y azúcar, es cierto. Pero aun así, con moderación, el turrón tiene suficientes méritos para ser considerado uno de los elementos top del menú navideño.

-Una manera de reciclar el turrón de Jijona es utilizarlo en distintos platos, por ejemplo la macedonia. Espolvoreado sobre la fruta, aporta un toque dulzón al postre.

- Otra idea curiosa: colocar entre dos rebanadas de pan de molde unas láminas de turrón de Jijona y calentarlo un poco en la sandwichera. Se obtiene así un bocado crujiente, sabroso y sano.

El turrón de Alicante es perfecto para las personas con gran apetito. Al requerir una masticación contundente, provoca más salivación y hace que se tenga que comer más despacio. Así, resulta más saciante que los turrones más blandos.