Tacones. Un estudio llevado a cabo por una firma de moda online concluye que ellas los prefieren altísimos. Los tacones. El zapato plano lo elige un 13% de las consultadas. En el primer grupo, el de las alturas, figura Valérie Trierweiler, nueva primera dama de Francia. Michelle Obama los combina. La segunda opción, las de ras de tierra, la lidera Carla Bruni. Valérie, quién sabe si para marcar distancias, yo no lo creo, luce en sus estrenados actos públicos altos tacones. No tiene problemas de medida con François Hollande. Las esposas de los mandatarios reunidos el fin de semana en Washington para decidir el futuro del mundo tenían su agendita aparte, con Michelle de anfitriona. Angela Merkel no, porque es mandataria, no esposa de mandatario. Ni tampoco el marido de Angela Merkel, que no es mandatario, sino primer caballero, pero no ejerció de primer caballero entre damas. Y ni Angela ni su mandatario consorte son de tacones. Así que se perdieron el gazpacho de la Casa Blanca y los conciertos de gospel y hip-hop. Las invitaron a bailar, pero Michelle Obama y Valérie Trierweiler se disculparon señalando su calzado poco adecuado para ritmos urbanos. Si por sus tacones las conoceréis, en España hemos tenido todo tipo de primeras damas. Letizia es la princesa del taconazo. Sonsoles Suárez, tan plana como Bruni. Y Viri, tan gallega como Rajoy.

La venganza es un plato que se sirve cantado. La ex primera dama de Francia salió del Elíseo sonriente, modosita, tras besar a su sustituta Valérie y desearle lo mejor, feliz de recuperar la atención de su marido, de pasar a ser una familia media anónima y entregada a la crianza de sus hijos. ¡Ja! Carla Bruni prepara venganza. Su nuevo disco tendrá canciones con mensaje. Tipo canción-protesta o denuncia social rapera, solo que Carla tiene otro estilo más... francés. Por ejemplo, incluye una tonada dedicada a los periodistas del corazón que le hicieron la vida imposible. A ellos les cantará Les diseux, algo así como los pitonisos o los agoreros. Recuerden que la presidencial pareja se sintió acosada y fue implacable con los paparazzi que aireaban sus supuestas infidelidades, criticaban las políticas de Sarkozy o buscaban una foto de su bebé. Telma Ortiz y su recién estrenado marido llevan la cruzada antireporteros a su manera: igual presentan demandas masivas que se casan en secreto o publican misivas inflamadas contra el cotilleo rampante. Puede que la hermana de la Princesa tuviera que animarse a cantar.

Pudor. Will Smith ha dejado en evidencia a Carlos de Inglaterra. Resulta que al príncipe de Gales le avisan con un gesto en el hombro cuando está viendo una película y hay una escena de sexo. El también príncipe, pero de Bel-Air, fue testigo durante un preestreno. "Me acuerdo de ver cómo bajaba la cabeza cuando se lo indicaban, y de ver cómo volvía a mirar a la pantalla cuando le tocaban de nuevo", explicó el actor. Que además se quedó un poco frustrado: "¡Venga ya, hombre! Te estás perdiendo el mejor trabajo que he hecho nunca". No era Men in Black. De haber sido una escena de sexo con un alienígena, la actitud de Charles sería más comprensible. Lo que choca es que el eterno heredero al trono de la Gran Bretaña resulte tan pudoroso. Será en público. En privado, hombre, alteza, que en su día se airearon sus conversaciones íntimas con Camilla cuando aún no era legítima. Y todavía no hemos podido olvidarlas.

Boda en Bostsuana. Desde Richard Burton y Elizabeth Taylor no se había visto una cosa igual. Belén Esteban y Fran Álvarez llevan camino de igualarlos. No habían pasado ni 48 horas desde que firmasen los papeles, que es así como los colaboradores llaman al acuerdo de divorcio, y ya suenan campanas de reconciliación. Todo esto, o parecido, ocurre por enésima vez y, siempre, en vez de abogado, interviene un representante artístico. Liz se casó ocho veces; Burton, cinco. Dos de ellas entre ellos. La primera vez en 1964 en Montreal; la segunda, ya ven qué cosas, en Botsuana. Fue en 1975, 16 meses después del divorcio. Duraron hasta julio del año siguiente. No es por nada.

Filántropos. A Eduardo Cruz, el hermanísimo, ni citarlo. De Mujeres Desesperadas, ni hablar. Y prohibido preguntar por sus supuestas desavenencias con Antonio Banderas. Una estrella de Hollywood, por mucho que se llame Eva y Longoria, hable castellano y tenga un novio español, es una estrella. Dicen que entre Eva, que estaba en Málaga, y el malagueño Antonio, que estaba en Cannes, se ha producido un divorcio filantrópico. Los dos juntos organizaban una gala benéfica, de esas que gustan tanto en Marbella y las que siempre van María Bravo, que tuvo amores con Bruce Willis, y Gunilla von Bismarck. "Antonio y yo no estamos divorciados. Estamos muy felices en nuestro matrimonio filantrópico", dijo Eva. Pero de Antonio ni rastro. A la exmusa Brigitte Bardot hace años que le mueve el amor, pero no a los humanos, sino al resto de animales y al género epistolar tan en desuso. Ha escrito una carta a la presidenta de Brasil para pedirle que acabe con el "genocidio de asnos". En su momento, le envió una misiva al rey Juan Carlos. Dejando claras sus preferencias: Trompas antes que coronas.

Ha contado Stewart Parvin, modisto de cabecera de la Reina jubilosa, que un asistente se encarga de dar de sí sus zapatos para que no le hagan daño. En las series de emperadores y reyes medievales hemos visto cómo los sirvientes prueban su vino por si estuviera emponzoñado, calientan su lecho u ofrecen su lomo para sus cansados pies. Estas cosas se creían superadas, pero lo de Isabel II tiene su razón de ser. La soberana afronta más viajes, caminatas y recepciones que nunca en el 60 aniversario de su llegada al trono. Y la mujer, quieras que no, tiene una edad. Necesita un calzado cómodo, y todas sabemos lo que es estrenar calzado nuevo. Así que alguien se pone en los reales zapatos y da vueltas y vueltas por palacio para ahorrarle a su soberana las rozaduras. Si su amiga y coetánea, la duquesa de Alba, tuviera un sirviente que le ensanchara las manoletinas o usara Compeed no la habría visto el mundo entero con tiritas en los dedos el día de su boda. La reina británica utiliza esos protectores que se ponen sobre los pantis. Esto no lo ha contado Parvin. No ha hecho falta. Hace años, durante una visita a una mezquita, le tocó quitarse sus zapatos dados de sí. Le permitieron conservar las medias. De esas de masaje circulatorio eran. Creo.