El homo antecessor, que vivió en Atapuerca hace unos 800.000 años, no dudaba en comerse a los niños de tribus enemigas en su lucha por controlar un determinado territorio. El canibalismo de esta especie de homínido se conoce desde 1994, pero no ha sido hasta ahora cuando los expertos han descubierto el por qué de este comportamiento. Además, un estudio -liderado por los directores del yacimiento burgalés- revela que sólo otra especie presenta un patrón similar en el que se comen sólo a los niños y no a los adultos: los chimpancés, los homínidos actuales más emparentados con los humanos.

Hace 18 años se descubrió el caso de canibalismo más antiguo del mundo. En el yacimiento de la Gran Dolina y mezclados con huesos de ciervo aparecieron restos de al menos 11 individuos de corta edad que habían sido devorados por sus congéneres. Los expertos han descubierto que este canibalismo era una práctica habitual en el anteccessor con el objetivo de defender su territorio. "Los homínidos de Atapuerca montaban ataques de bajo riesgo a grupos rivales para defender su acceso a los recursos en sus territorios y para expandirse a costa de otros grupos", indica el estudio. "Eliminar a los niños era eficaz y menos peligroso", revelaba el codirector de Atapuerca, Eudald Carbonell, al diario ABC.

Ahora se sabe además que el homo antecessor no es el único que presentó este comportamiento. El estudio cita varios casos en los que un grupo de chimpancés ataca y mata a las crías de sus rivales. El primer caso registrado sucedió en 1977, pero habría otros ejemplos durante las tres décadas siguientes.

Por otra parte, un equipo de arqueólogos ha localizado nuevos grabados y pinturas de la época paleolítica en galerías secundarias en excavaciones de la cueva de Eirós, en el municipio lucense de Triacastela, según informó ayer un coordinador de la investigación, Arturo de Lombera.

El equipo, que ha localizado las primeras muestras de arte rupestre del noroeste peninsular en la cavidad principal del yacimiento - la denominada gran sala-procedió a una "revisión sistemática" de las galerías internas, en las que aparecieron nuevos indicios de arte rupestre. Se trata de motivos similares a los de los grabados localizados en la cavidad principal de la cueva, con signos y algún segmento de animales.

En opinión de De Lombera, podrían aparecerán más indicios, tras hallar los "primeros restos de arte parietal paleolítico" de Galicia en forma "de pinturas y grabados rupestres". Los arqueólogos también han encontrado señales de huesos quemados en dos niveles diferentes, que apuntan a la existencia de dos hogares, de entre 118.000 y 30.000 años de antigüedad.

Además, en el sector de la entrada de la cueva han aparecido restos de fauna e industria lítica, incluso tallas laminares que, según De Lombera, no se encuentran en el paleolítico medio, lo que contribuiría a reforzar la hipótesis de que en la misma caverna vivieron, en épocas diferentes, homo neanthertales y homo sapiens.