Galicia registra un suicidio casi a diario, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2010, que revelan que un total de 275 gallegos -202 hombres y 73 mujeres- se quitaron la vida a lo largo de ese año, más de los que fallecieron en accidentes de tráfico (239). Una cifra que vuelve a situar a la comunidad gallega a la cabeza de este triste ranking en España, con casi diez decesos de ese tipo por cada 100.000 habitantes, y que plantea toda una serie de interrogantes: ¿Qué lleva a una persona adulta a quitarse la vida? ¿Cómo se explica que Galicia tenga la tasa de suicidios más elevada de España? ¿Por qué este tipo de conductas son más comunes entre el género masculino?

Desde abril de 2009, la comunidad gallega cuenta con una de las tres únicas unidades médicas dedicadas a la prevención y el tratamiento de pacientes con intenciones suicidas en España. Se encuentra en Ourense, y actualmente la integran dos psiquiatras, una psicóloga clínica y una enfermera. "Atendemos a pacientes que, o bien ya han protagonizado algún intento de suicidio, o tienen intención de hacerlo", explica la psicóloga clínica de la unidad, Teresa Reijas, quien asegura que su grupo de trabajo persigue un doble objetivo. "Detectar precozmente el riesgo de suicidio desde Atención Primaria y reducir los reintentos, a través fundamentalmente de terapia psicológica, para ayudar a esos pacientes a ser capaces de buscar otras alternativas", señala Reijas.

Esta psicóloga clínica destaca el papel de los facultativos de Atención Primaria en la prevención del suicidio pues, asegura, "la mayoría de los pacientes mayores que intentan quitarse la vida acuden varias veces a la consulta de su médico de cabecera durante el mes anterior". "De ahí que sea tan importante formar a los profesionales de Atención Primaria -la Consellería de Sanidade ha realizado varios cursos dirigidos a este colectivo en concreto- para que puedan detectar ese riesgo y derivar a los pacientes a los especialistas de las unidades de salud mental de sus respectivas áreas sanitarias", remarca la experta.

Precisamente, uno de los aspectos en los que más se insiste al formar a estos profesionales es en la necesidad de preguntar directamente a los pacientes si tienen pensado suicidarse. "Cuando una persona mayor con pérdida de funcionalidad hace comentarios a su médico del tipo 'no vale la pena seguir viviendo así', éste debería preguntarle si está pensando en quitarse la vida, porque esto abrirá una puerta para que el paciente pueda hablar abiertamente sobre esa cuestión e iniciar un tratamiento", destaca Reijas, quien rechaza el "tópico" de que factores externos, como el clima o la falta de luz, estén detrás de la elevada cifra de suicidios que se registra en Galicia, y precisa: "Los factores de riesgo que pueden desencadenar un intento de suicidio son múltiples y variados, y van desde el sentimiento de desprotección en la infancia -por haber sufrido, por ejemplo, abusos sexuales- y la falta de apoyo familiar, hasta el abuso de las drogas o el alcohol, o el tener antecedentes de depresión u otros trastornos mentales", apunta.

"En personas mayores, una variable importante es la pérdida de funcionalidad, aunque también influye en pacientes jóvenes con dolencias crónicas e incapacitantes", añade la psicóloga clínica ourensana, quien sostiene que los hombres "consuman mejor los suicidios", aunque las mujeres "lo intentan más". "Los métodos que utilizan ellos son, por lo general, más letales", recalca Teresa Reijas, quien advierte, no obstante, de que, en los últimos años, se ha producido "un aumento de los suicidios en mujeres jóvenes con hijos".

Esta especialista alerta, además, de que en el primer año después de un intento de suicidio, "aumenta considerablemente el riesgo de volver a hacerlo", de ahí que sea "fundamental" realizar un seguimiento a esos pacientes. "El tratamiento en nuestra unidad se prolonga durante unos seis meses y, al cumplirse un año, se vuelve a hacer una revisión", explica la psicóloga clínica de la única unidad gallega de prevención de suicidios. También se trabaja con los familias, "siempre y cuando los pacientes den su consentimiento". "Abordamos sus preocupaciones, ya que muchas veces no saben cómo manejar la situación: algunos tienen sentimientos de culpabilidad, otros de angustia, e incluso hay quienes se muestran enfadados", afirma Reijas. "Lo que nosotros tratamos de hacer -continúa la especialista-es tranquilizar a las familias. En este sentido, es importante que aprendan a diferenciar los factores precipitantes de las causas del intento de suicidio. Una persona no trata de quitarse la vida porque su pareja le haya dejado o por haber perdido un trabajo, hay otras causas de fondo", sostiene la psicóloga clínica de la unidad ourensana, cuyo programa parece funcionar, a la vista de los resultados de un primer informe que aún no ha sido publicado pero que, según avanza Reijas, indica que los reintentos en ese área "se han reducido a la mitad".