Además de ver reducida en 100 euros la ayuda por el cuidado de su hija, de solo 4 años, la coruñesa Manoli Arufe está entre los 7.200 cuidadores no profesionales de Galicia que, con los cambios en la ley de dependencia aprobados el pasado mes de julio por el Gobierno central, tiene que abonar las cotizaciones a la Seguridad Social para seguir dada de alta en el régimen especial que se habilitó para ellos, aunque la retirada de las ayudas será gradual -hasta final de año, tendrá que pagar el 85% de la cotizaciones y, a partir de ahí, el montante completo-. Un nuevo golpe en el bolsillo de esta madre coruñesa quien, desde hace más de tres años, pelea cada día para sacar adelante a su pequeña y ofrecerle "la mejor calidad de vida posible".

"Con solo once meses, a Mariela le diagnosticaron un tumor en el tronco cerebral, por lo que tuvieron que someterla a varias operaciones, casi seguidas, tras las cuales le quedó una hemiplejía en el lado izquierdo y perdió visión en ese mismo ojo", explica Manoli, quien destaca que su niña tiene reconocida una discapacidad del 75%. "Utiliza una silla de ruedas para desplazarse, pues todavía no camina -aunque confío en que pronto lo hará- y, por su enfermedad, puede tener una crisis en cualquier momento, por lo que necesita que esté pendiente de ella las 24 horas del día. Solo tengo un pequeño respiro por las mañanas, cuando está en el cole", remarca.

Manoli, quien vive sola en A Coruña con su pequeña y tuvo que dejar de trabajar para poder hacerse cargo de ella, empezó a cobrar la ayuda de la ley de dependencia en 2011, tras dos años de espera. "Presenté la solicitud en 2009, pero hasta el año pasado no empecé a percibir la prestación. Eso sí, cuando me pagaron, lo hicieron con carácter retroactivo", apunta esta madre coruñesa, quien asegura que los 520 euros que cobraba hasta ahora "se han quedado en 420". "Si quiero seguir dada de alta en el régimen especial como cuidadora no profesional, tengo que abonar las correspondientes cotizaciones a la Seguridad Social: 139 euros mensuales hasta diciembre y 164 a partir de ese mes, con lo que, al final, la ayuda inicial se queda en poco más de la mitad", afirma Manoli.

Una cantidad que "para nada cubre" los gastos mensuales derivados de la enfermedad de Mariela. "Dos días a la semana, durante media hora, la niña va a fisioterapia y terapia ocupacional en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera pero, como esas sesiones son insuficientes para avanzar en su recuperación, también la llevo por lo privado, y me cuesta 360 euros mensuales. A esto hay que añadir, además, el alquiler y los gastos comunes que hay en cualquier casa", afirma Manoli. "Podemos tirar para adelante gracias a que el padre de Mariela se hace cargo de la mitad de sus gastos, y a que mis padres y mi hermana nos están ayudando un montón. Si no, no sé qué íbamos a hacer", admite, y remarca: "Yo podría pasar un día entero con un vaso de leche y unas salchichas, pero mi niña no, eso no lo voy a permitir".

Manoli sostiene que las ayudas a dependientes "tendrían que ser intocables, como las pensiones", y reconoce que la ley "ha estado mal planteada desde el principio". "En vez de hacer un proyecto tan ambicioso, se deberían haber priorizado más los casos", concluye.