El suizo Werner Arber (1929) fue premio Nobel de Medicina en el año 1978 y sus hallazgos han permitido avances en la detección de enfermedades hereditarias y en la asignación de la paternidad. El científico analiza los avances de la medicina en los últimos años y cuáles son los retos que se presentan en esta área en el futuro.

-Cada vez vivimos más años. Como experto en telómeros y ADN, ¿en cuántos años está el límite de vida del ser humano?

-Es un tema discutido a nivel mundial. El avance de los tratamientos médicos hace que las personas vivan más tiempo, pero hay un límite natural. El ser humano no es eterno, y querer alcanzarlo va contra las leyes de la naturaleza. La evolución actúa constantemente en todos los seres vivos.

-¿Pero cuántos años podremos llegar a vivir?

-No creo que mucho más allá de los cien años.

-Usted es científico, premio Nobel, protestante y preside la Pontificia Academia de la Ciencia del Vaticano. Contradicciones al margen, ¿qué pesa más en usted: la ciencia o Dios?

-No sería justo dar una respuesta tan concreta a esa cuestión. Después de 30 años como miembro de esta Academia, me sorprendió que me eligieran presidente. Soy cristiano y hay ciertos hechos a mi alrededor que me hacen pensar en la existencia de alguna divinidad. Para mí, la religión es una guía espiritual, de comportamiento. Soy seguidor de Jesucristo, y eso me satisface mucho.

-¿Qué paso espera de la Iglesia católica en la ciencia: más fe en Darwin, más tolerancia con las células madre??

-Con respecto a las células madre embrionarias, se puede sacar suficiente información usando otras técnicas. Es aceptable la investigación para tratamientos médicos, pero no hay que olvidar las normas éticas.

-Usted ha estudiado la bioevolución y múltiples formas de vida. ¿Qué opina de que el hombre arrase con ellas?

-Hay que tener cuidado con no destruir la biodiversidad y dejar que todos los organismos vivos puedan evolucionar en sus hábitats mientras nosotros evolucionamos en paralelo. Ya que el planeta no crece, ha de haber un equilibrio entre los humanos y el resto de elementos del planeta. Hay que educar a la población en este sentido.

-Tras conocer tantos organismos con vida, ¿qué opinión tiene del ser humano?

-No soy especialista en neurobiología, pero probablemente el organismo más desarrollado entre los animales es el ser humano, capaz de reflexionar sobre su presencia, sus obligaciones o la toma de decisiones. Consciente o inconscientemente, tomamos nuestras decisiones con base en cuatro factores: las experiencias de niño, la educación, las creencias (incluidas las religiosas), y los conocimientos científicos que poseemos.

-¿Qué le ha hecho más feliz: el premio Nobel, tener dos hijas o ser abuelo?

-No son comparables unas cosas con otras. Digamos que he tenido suerte en lo profesional y en lo personal.

-¿Qué le pediría al ciudadano medio en su relación con las plantas y los animales?

-Me gustaría ver en un futuro que la biodiversidad está salvaguardada y protegida. Confío en que la evolución biológica continúe. La especie humana no tiene derecho a destruir esta riqueza de seres vivos.