La mitad de las amputaciones de extremidades inferiores (pie o parte de la pierna) registradas en Galicia se efectúan a pacientes con pie diabético. La dolencia es una gran desconocida incluso para sus portadores, las personas diabéticas con pérdida total de la sensibilidad en el pie. Expertos como la podóloga gallega Lucía Aradas alertan de las graves consecuencias de esta enfermedad. De sus costes, de la escasa prevención y de sus características, se habló ayer en Santiago en el transcurso de las I Jornadas Gallegas de Podología.

En ese encuentro, Aradas explicó que las amputaciones de extremidades inferiores por pie diabético van en aumento. En lo que va de año, en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), donde trabaja y realiza un máster, se realizaron 56. "El 90% de estas amputaciones se efectuaron a pacientes diabéticos. En muy pocos casos, se extrajeron solo dedos. La mayoría fueron del tercio distal de la pierna (la parte baja)", detalló.

La doctora explicó que esta dolencia se padece cuando el enfermo "experimenta una pérdida total de la sensibilidad. No se entera de que tiene dolor cuando, por ejemplo, se hace daño con el propio zapato, se roza la piel con una piedra o incluso al quemarse en el baño probando el agua. La piel y los músculos de la pierna se atrofian. El metabolismo del azúcar provoca daños irreversibles". La enfermedad también provoca que los pies sean "más propensos a infecciones y úlceras" que si no se curan pueden derivar en la pérdida de la pierna.

Tras perder el miembro, la pesadilla no acaba. "Un dato muy importante que se observa -informa Aradas-, es que cada persona a la que se le amputa una pierna, pierde la otra en un plazo de tres a cinco años". No obstante, la especialista presentó ayer en las jornadas en Santiago de Compostela dos casos clínicos de personas diabéticas que se quedaron sin las extremidades inferiores en el mismo año.

Además del coste emocional y de salud para el paciente, está también el gasto institucional, ya que la amputación de la pierna hasta la rodilla supone un desembolso de entre 11.000 y 40.000 euros para el Servizo Galego de Saúde (Sergas) en concepto de días de hospitalización, medicación y pruebas, entre otros gastos. Además, el paciente, si quiere una prótesis, debe adelantar 2.600 euros por una normal, que solo tiene una vida media de dos años.

Lucía Aradas aclaró que las mutilaciones se pueden evitar con prevención e información. Para ello, propone a la Administración sanitaria aumentar las plazas de podólogos especializados en este campo y realizar campañas formativas para que médicos de Atención Primaria revisen los pies de los pacientes y vigilen si desarrollan esta enfermedad. Estos facultativos, a su juicio, deberían informar a sus pacientes de los "peligros".

"En muchos casos -opina-, los médicos no les transmiten lo peligrosísima que es esta dolencia, que pueden quedar ciegos, con daño en riñón y diálisis o con las piernas amputadas", concluye la podóloga.