El orden casi patológico marca la vida de Enrique Rojas (Granada, 1949), uno de los psiquiatras más mediáticos de España que convierte sus libros en bestsellers al tiempo que pinta cuadros abstractos y lo mismo colecciona máquinas de escribir que pinturas de maestros como Picasso, Josep Baques o el flamenco Maartin Van Heenskerck. "Por el último cuadro mío que subasté dieron 10.000 euros", presume Rojas en su despacho de Madrid. El dinero fue a la fundación Codespa que lucha contra la pobreza. Enrique Rojas habla sin parar con continuas alusiones a intelectuales que marcaron el devenir de la historia. Casado con Isabel Estapé y padre de cinco hijos, Enrique Rojas acaba de escribir un nuevo libro, Vive tu vida, en el que a lo largo de 319 páginas desgrana la importancia de la autoestima en las distintas etapas de la vida. El orden, según el autor, es fundamental para llevar una existencia sana desde la porosidad de la infancia hasta la serenidad y benevolencia que deben regir la senectud.

-Señor Rojas, en este oficio que es vivir, ¿qué impide a una persona vivir su propia vida?

-Aparte de las depresiones, la ansiedad, el estrés o los trastornos de personalidad, lo que más frena a una persona a disfrutar de su vida es no haber sabido diseñar un proyecto vital.

-¿No cambia ese proyecto según las circunstancias?

-Sí, pero la vida tiene que tener cuatro grandes argumentos: el amor, el trabajo, la cultura y la amistad. La felicidad es como una manta de un avión: nos tapa pero siempre queda algo al descubierto. Es como un puzle en el que siempre va a faltar alguna pieza.

-¡Pues anda que no faltan piezas hoy en día como el trabajo o el amor!

-Se pueden compensar unas con otras y tener claro que hay que aspirar a una felicidad razonable. No hay que pedirle a la vida más de lo que nos puede dar. No podemos equivocarnos en las expectativas porque sino la frustración te aparece a la vuelta de la esquina.

-¿Cómo se debe afrontar esa frustración?

-Aceptándola. Lo que ayuda a crecer como persona es la derrota. La derrota enseña lo que el éxito oculta.

-Pero las derrotas y los fracasos son duros.

-Prengúnteselo a Nelson Mandela, que se pasó 26 años en una cárcel y sin embargo escribió páginas llenas de felicidad. O a Tomás Moro, que murió en la cárcel de Londres y su último libro Cartas de la prisión, está lleno de sabiduría, paz y alegría.

-Habla de personajes de otra pasta, digamos excepcionales.

-Hablo de optimismo ante la adversidad. El optimismo es una forma de entender la realidad, de descubrir el ángulo positivo de hechos propios y de los otros.

-¿Tenemos todos la misma capacidad de ser optimistas?

-No, pero se trata de educar la mirada. Educar es convertir a alguien en mejor persona y para esa educación es fundamental el orden.

-¿El orden?

-Sí, el orden es el mayor aliado de la inteligencia. El orden empieza en la cabeza; el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. En esta vida hay que centrarse porque tocar muchas teclas es el camino más rápido para padecer de ansiedad.

-Pues usted presume de tener varios calderos al fuego.

-Porque yo tengo un orden espartano. El bien más democrático que existe es el tiempo y yo lo distribuyo de tal forma que no me sobrecargo a pesar de estar en mil asuntos a la vez. Por ejemplo, no veo esos programas de la televisión que ensalzan modelos de identidad rotos.

-Son programas con mucho éxito de audiencia.

-Son programas que fomentan el morbo en vez de las actitudes sanas. En vez de estimular lo positivo se estimula lo más pobre. Es cierto que en ciertas personas tiene un efecto catártico que sirve para neutralizar sus frustraciones personales porque se ceban en modelos de identidad rotos, en famosos partidos por la mitad.

-¿Qué quiere decir con modelos de identidad rotos?

-Los modelos de identidad suelen darlos las madres. Un buen padre vale más que 100 maestros y una buena madre es el mejor modelo de identidad que puede tener un hijo para crecer como persona.

-Pues hoy existen muchos hijos de parejas separadas.

-Hoy lo normal es que en un colegio haya más hijos de padres separados que de familias unidas. Es lo normal pero no es lo mejor. La principal epidemia mundial de carácter psicológico la componen las rupturas matrimoniales. Es muy raro ver a familias unidas y eso conlleva muchos riesgos como el de criar a hijos pin-pon que pasan unos días en casa del padre y otros en casa de la madre. Muchos de esos niños tendrán problemas en el futuro por no haber tenido unas figuras parentales en las que inspirarse.

-Pero hay parejas que se separan.

-Todos nos casamos sin preparación. La prueba más difícil que nos pone la vida es la convivencia en pareja. ¡Ese es el gran examen de nuestra existencia! Yo he escrito un libro que aborda este tema, Remedios para el desamor.

-¿Cuáles son esos remedios?

-Lo primero que hay que saber es que toda pareja en crisis tiene solución a través de tres preceptos. El primero es aprender a perdonar al otro, el segundo pasa por evitar las discusiones innecesarias y el tercero por no sacar la lista de agravios del pasado.

-Perdone, pero hay cosas difíciles de perdonar.

-No todos tenemos la misma capacidad para hacerlo. A las personas obsesivas y meticulosas les cuesta mucho y no son más felices que los que perdonan. La felicidad conyugal pasa por tener buena salud y mala memoria. El amor de la pareja tiene un alto porcentaje de artesanía piscológica que además se transmite a los hijos.

-¿Están los hijos hoy tan sobreprotegidos que les cuesta afrontar los fracasos?

-No creo. Los jóvenes hoy están mucho mejor preparados que antes. Lo que ha sucedido en las familias es un proceso de democratización muy bonito. El comentario de un hijo hoy en día se tiene en cuenta y eso es un gran avance. Veo a los jóvenes en general con criterio e inteligentes.

-¿Qué es más importante para encarar los embates de la vida: la inteligencia o la fuerza de voluntad?

-Lo mejor es saber manejar tres herramientas: la inteligencia, la afectividad y la voluntad. Hay que saber distinguir lo que nos es bueno y lo que no lo es para gestionar bien nuestras vidas. Además es importante conocer cómo funcionan nuestros sentimientos y reconocer nuestras emociones. La voluntad es determinación para conseguir nuestros objetivos. Es un don educable que exige de ensayos y esfuerzos a lo largo de la vida.

-¿Cómo se educa ese don?

-Huyendo de lo fácil e inmediato. La fuerza de voluntad es también renunciar al logro rápido para forjar un proyecto de vida en el que no quepa la improvisación. Y si uno fracasa tiene que tener la entereza para volver a empezar.

-Y no caer en una depresión.

-Exacto. La vida depresiva es la que llevan aquellas personas que tienen un tipo de vida vacío, monótono y con escasas posibilidades de cambiarlo. Esa fórmula es la que conduce a un estilo de vida pobre y a un planteamiento existencial carente de novedades e incentivos.

-Así que la cultura, según usted, es fundamental para llevar una vida plena.

-Por supuesto. La cultura te hace libre y te ayuda a interpretar la realidad. Por ejemplo, una persona mayor con cultura tendrá siempre ocupaciones estimulantes a su alcance, mientras que alguien de acción, sin más, cuando concluya su etapa laboral, tendrá más posibilidades de quedarse vacío.

-¿Qué tipo de cultura recomienda?

-La cultura no es solo profundizar en la historia, la literatura y las artes. La cultura es también el conocimiento de uno mismo para actuar de manera sabia, resolver las dificultades y entendernos con los otros. El hecho de tomar conciencia de nuestros pensamientos y de nuestros actos, midiendo sus consecuencias, pone las soluciones a nuestros problemas en nuestras manos.

-¿Existe además algún tipo de alimentación que mejore el estado de ánimo?

-Una dieta equilibrada es algo que ayuda a nuestra estabilidad biológica y por tanto a nuestra cabeza. La dieta mediterránea: con la uva del vino, el trigo del pan y la aceituna del aceite nos proporciona los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas que necesita el cuerpo para tener un buen rendimiento físico e intelectual.

-¿Es aconsejable beber vino?

-Eso es lo que voy a defender el próximo 20 de noviembre en el Congreso de los Diputados. El vino es euforizante en un primer momento, ansiolítico después y desinhibidor en los tímidos. Ya se sabe lo del in vino veritas. Lo que hay que hacer es beber vino con moderación.