En el año 2012, la archidiócesis de Santiago, la más extensa de Galicia, engrosó la partida de ingresos de sus presupuestos gracias a sus propiedades. Solo a través de alquileres, las arcas de la archidiócesis consiguieron 1,24 millones de euros, a los que se sumaron 300.000 euros más por la venta de patrimonio. No obstante, las posesiones de la Iglesia compostelana no disminuyen, sino que aumentan. Fuentes del Arzobispado explican que la archidiócesis, que está desde 2006 "actualizando" el registro de sus bienes inmuebles -un proceso, señalan, aún "no finalizado"-, ha inscrito desde ese año, y hasta la actualidad, 2.350 propiedades más en su área de influencia.

No especifican si se trata de bienes adquiridos, heredados o de inmatriculaciones, pero en los últimos años esta segunda fue la vía, no exenta de polémica, a la que la Iglesia española, en general, según denunciaron algunos colectivos, recurrió para engrosar su patrimonio. Inmatricular es inscribir por primera vez un inmueble del que no consta dueño en el registro, una tarea que la Iglesia tuvo especialmente fácil ya que, hasta ahora -y hasta un año después de que la nueva ley se publique-, la legislación le otorgó la prerrogativa de inscribir bienes con la sola certificación del obispo de que eran suyos y sin necesidad de escrituras que acrediten la propiedad. Además, desde 1998, una modificación de la ley hipotecaria hizo que la Iglesia pudiese registrar también templos y otros edificios y terrenos vinculados al culto. De ahí vienen polémicas como la de la Mezquita de Córdoba, que la Iglesia puso a su nombre en 2006 y cuya propiedad se dirime en la actualidad, o lo ocurrido en Navarra, donde la Iglesia inmatriculó fincas, casas o viñedos, pero sobre todo ermitas y bienes vinculados al culto que considera propios.

En el caso de la Iglesia compostelana, la mayoría de las propiedades que constituyen sus bienes inmuebles -no solo los añadidos estos últimos ocho años- son rurales. Así ocurre en seis de cada diez casos y, en cuanto a superficie, el peso del campo supone un 72% del total. No facilitan datos exhaustivos, pero indican que un 42% de todas las posesiones que constan en el registro están dedicadas al culto, a las que se sumaría otro 20% de casas rectorales o iglesiarios ubicados, de nuevo, en áreas rurales. El 36-37% restante estaría destinado a otros usos, pero no especifican cuáles. Puede tratarse de fincas, rústicas o urbanizables, o pisos y casas.

El caso más emblemático de un conflicto de propiedad en la archidiócesis de Santiago se planteó también, como ocurre con la Mezquita, con un edificio simbólico: el Panteón de Galegos Ilustres, del que era titular el Concello de Santiago desde los 60. En 2010 acabó en manos de la Iglesia al ejecutarse una sentencia del Tribunal Supremo a su favor tras décadas de litigios, lo que llegó hasta el Parlamento gallego.

La diócesis de Ourense también está actualizando su catálogo de bienes y cuentan con que la tarea les lleve todavía un año y medio más, según fuentes del Obispado, que señalan que se han inscrito durante los últimos ocho años en el registro 556 bienes. Los de ubicación urbana superan a los del campo, con un 53 frente a un 47%. Las propiedades vinculadas al culto suponen el 30%, a las que se añadirían un 36% de rectorías. El resto, un 34%, corresponde a otros usos, de los que tampoco facilitan más detalles.

La Iglesia gallega era el año pasado la segunda con mayor número de bienes inmuebles en el ranking de comunidades con un total de 7.614 propiedades, solo contando el patrimonio exclusivamente destinado a uso religioso de carácter urbano. Pese a la crisis solo se desprendió desde 2006 de 416 de estos inmuebles.