Tener claro hacia donde se quiere encaminar la carrera y a partir de ahí, llevar la iniciativa, ser pacientes, rodearse de gente de ese sector y no desanimarse cuando se cierre más de una puerta. Estas son las claves que tres jóvenes pero ya consolidados artistas gallegos dan a quienes quieren dar sus primeros pasos en el mundo de la música, la interpretación o las artes plásticas. En la actualidad, más de 10.500 gallegos están matriculados en una enseñanza artística. No todos se forman con el objetivo de dedicarse profesionalmente a esta labor en un futuro, pero para los que sí, la cantante Wöyza, la actriz Iria Pinheiro y el pintor Alejos Lorenzo sólo tienen palabras de ánimo aunque reconocen que las nuevas generaciones se enfrentan a una situación con doble cara: por una parte la crisis reduce las oportunidades -hay menos ayudas, se paga menos por los bolos, etc...-, pero por otra, internet y las redes sociales suponen un escaparate del que no pudieron disfrutar generaciones de artistas anteriores.

El mundo del arte no deja de ganar adeptos. La matrícula en enseñanzas artísticas aumenta cada año en Galicia -un 5,8% sólo en el último curso, según los datos de la Consellería de Educación- aunque unas disciplinas seducen más que otras. Siete de cada diez alumnos matriculados este curso en una de estas enseñanzas lo hace en un conservatorio de música (7.381 estudiantes). Recibir formación musical o especializarse en un instrumento es lo más demandado y también la disciplina artística que cuenta con más centros en la comunidad: 35 conservatorios en Galicia, doce de ellos en la provincia de A Coruña.

Tras la música, la formación artística con más alumnos son los estudios superiores de diseño (930 matriculados este curso), seguidos de quienes hacen un ciclo formativo de artes plásticas y diseño (705), de los matriculados en la enseñanza reglada de danza (354) -que se imparte en los dos únicos conservatorios que hay a nivel gallego, uno de ellos en A Coruña-, enseñanzas de arte dramática (240) -que se imparte en un única escuela, en Vigo- y los estudios superiores de conservación y restauración de bienes culturales (81). A todos ellos habría que sumar los matriculados en la facultad de Bellas Artes de Pontevedra y quienes son autodidactas en su especialidad.

La mayoría de los artistas confiesan que desde siempre han soñado con trabajar en ello. "La pintura me interesa desde que era muy pequeño. Desde los 5 o 6 años ya pintaba lo que veía por casa", reconoce el pintor coruñés Alejos Lorenzo. "Desde niña hacía obras de teatro en el colegio y escribía los textos con mis amigos", añade la actriz ourensana Iria Pinheiro. "Siempre me gustó escribir y componer", sostiene la cantante Wöyza. Eso sí, cuando se decide que la música, el teatro o la pintura deje de ser un simple hobby para pasar a ser el modo de ganarse la vida, muchas familias no lo ven con buenos ojos y surgen los temores. "Los padres siempre quieren estabilidad para sus hijos y al principio me dejaban hacer, pero siempre me decían ¿por qué no haces un curso o buscas un trabajo?", señala Wöyza. "A mis padres la interpretación les parecía un mundo muy inestable, querían que estudiase una carrera y aún ahora me siguen preguntando sin me pagan", señala entre risas la actriz Iria Pinheiro. Unos temores que, aseguran, pasan con el tiempo. Estos tres gallegos lo tienen claro: la paciencia y la perseverancia deben ser los compañeros de quienes desean hacer del arte su profesión.

Con sólo 29 años lleva doce dedicada de forma profesional al mundo de la música, pero la cantante gallega Wöyza reconoce que "al no ser mediática", la gente la incluye todavía en el grupo de "nuevos artistas". "Es un difícil hacerte un hueco y no hay una fórmula para comenzar, pero hay que tener paciencia, aceptar que te den un no por respuesta y sobre todo llevar la iniciativa y conocer a gente del sector a través de ir a salas de concierto o jazz sessions, por ejemplo", señala esta intérprete de hip hop, soul y R&B, que comenzó su trayectoria profesional con sólo 18 años.

Wöyza, que pertenece a la asociación Músicos ao Vivo, reconoce que ella tuvo "mucha suerte" porque mientras estudiaba Sonido conoció a El Puto Coke con el que comenzó a preparar temas y con el que en 2008 y con 23 años lanzaría su primer disco: Pisando el suelo que ves. Atrás quedaban años de bolos con varias formaciones de soul y rap, actuaciones en directo que nunca abandonó. Eso sí, reconoce que las nuevas generaciones lo tienen más complicado ya que han empeorado las condiciones para actuar en pequeño locales. "Las salas están cada vez más controladas y muchas no quieren invertir en conciertos para evitar multas por ruido, por ejemplo. Además han bajado los precios. No se puede pagar 3 euros por una entrada de un concierto", señala. Menos salas, pero más oportunidades gracias a la Red y las nuevas tecnologías. "Antes era más difícil sacar tus temas, grabarlos, era un proceso más lento. Ahora casi cualquiera puede tener su propio equipo y esto enriquece la cultura, pero aumenta la competencia", indica Wöyza, quien resalta el importante trampolín que puede suponer internet "si se utiliza bien". Otro medio para darse a conocer que tienen los nuevos cantantes es el auge de programas de búsqueda de talento. "El problema de estos espacios es que se fomenta la labor de cantante, pero no la composición. Estoy a favor de estos programas, el que sale de ahí tiene el mismo mérito que otros", indica Wöyza, quien echa de menos programas televisivos de música en directo "para artistas que lleven años". Y sobre uno de los grandes enemigos de la música, la piratería, lo tiene claro: "No le tengo miedo, creo que todo el mundo debe tener acceso a la música aunque si quiere calidad hay que pagar el CD o el vinilo. Me preocupa más que cueste pagar por un concierto".

Con una media de 60 o 70 conciertos al año, Wöyza compagina su trabajo como directora del V-Go Negro Son Coro, con la preparación de su nuevo disco y colaboraciones con otros artistas.