Supongo que ya nadie se acuerda. Pero la primera vez que nos dimos de alta en Facebook había una frase en grandes caracteres que decía Es gratis y lo será siempre. Ese eslogan aún pervive en la página de inicio.

¿Y por qué es gratis Facebook? ¿Y Twitter? ¿Y YouTube? ¿Y las búsquedas en Google? ¿E infinidad de herramientas que nos encontramos por internet? Por la información personal que nosotros les damos.

Si solo a través de Facebook, cualquiera de nosotros puede saber las preferencias políticas, gustos personales, orientación sexual, creencias religiosas o rasgos de la personalidad de nuestros amigos y/o conocidos por lo que comparten, qué no podrán conocer gigantes tecnológicos como los anteriores que todo lo miden, todo lo analizan y todo lo almacenan.

En la web 2.0 la moneda de cambio ya no es el dinero. Ya no. Hay algo más importante. Los datos personales. Datos que nosotros canjeamos a cambio de obtener esos servicios gratuitos. Datos de nuestras aficiones, gustos o intereses para que esos mismos a los que les regalamos nuestros datos, después puedan mostrarnos publicidad optimizada según nuestras aficiones, gustos o intereses. Pero esa publicidad optimizada ya no "es gratis" ni "lo será siempre" porque la venden a los anunciantes. Si tontos no son. Los usuarios de las redes sociales, los usuarios de Google? no somos sus clientes; somos su producto. Un producto que venden a sus clientes.

Otro ejemplo del todo gratis de internet es Google Analytics. Los que tenéis una página web o un blog seguro que ya sabéis lo que es. Para los que no es un servicio gratis -cómo no- que ofrece Google para monitorizar una web o blog: nos dice el número de visitas que tenemos; que páginas han visitado de la web; cuánto tiempo han estado; desde dónde han llegado e infinidad de datos más.

Y todo es gratis. Todo no. A cambio de esa gratuidad nosotros le estamos dando esos datos -de nuevo los datos- de nuestra web para que Google sepa aún más, sea más listo, aprenda más sobre nuestros gustos y cada vez nos ofrezca una publicidad más optimizada.

¿No os ha pasado que cuando entráis en Facebook o en Google la publicidad que veis se ajusta a vuestros gustos? ¿Por qué será? Los defensores de esta práctica argumentan que gracias a la información personal que suministramos en internet (con nuestras búsquedas en Google, con nuestras interacciones en las redes sociales, con nuestras compras online?) vamos a recibir solo anuncios que nos gusten. Que si lo vemos así, tampoco está tan mal.

Hace dos inviernos me ocurrió la siguiente anécdota. Es verídica. Quería comprarme unas Panama Jack o unas botas parecidas. Juro que no había hecho ninguna búsqueda en Google ni le había dado al me gusta de ninguna foto en la que apareciesen. Y cuando estaba pensando pasarme por una zapatería, en la columna de la derecha de Facebook donde salen los anuncios, en la primera posición, apareció por arte de magia una publicidad de las Panama Jack. ¿Me habían leído el pensamiento?

Reconozco que me di un buen susto y estuve a punto de reiniciar el ordenador. Luego pensé que tampoco estaría mal que en un futuro Facebook, Google o quién sea se adelantasen a tus actos y te ofreciesen publicidad de un producto del que aún no tenías necesidad, pero que por tu historial en internet ibas a necesitarlo. Y no es ciencia ficción. Ya están trabajando en ello.

Sugerencias, dudas y/o comentarios a jm.rodriguez@epi.es @manolorodriguez Manolo Rodríguez