Mejorar la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama y de su entorno más cercano, atendiendo a sus necesidades individuales, trabajando en colaboración con ellas y haciéndolas partícipes en la toma de decisiones, es el principal objetivo con el que trabaja el personal de enfermería de la Unidad de Mama del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), situada en el Hospital Abente y Lago, que en los últimos cuatro años ha impulsado la puesta en marcha de diversas iniciativas para el tratamiento integral de estas pacientes. Y es que el cáncer de mama no solo ataca la salud, sino también una parte de la anatomía que encarna, como pocas, el erotismo del cuerpo femenino. Para millones de mujeres, la línea de flotación de la autoestima.

Un trabajo, el de promover la autonomía de esas pacientes, que "empieza en el mismo momento en el que ingresan en el hospital para ser intervenidas quirúrgicamente", tal y como explica la supervisora de área del Hospital Abente y Lago, Carmen Cereijo. "Desde el primer momento intentamos que participen de forma activa en sus cuidados, por ejemplo, en la ducha diaria. Tratamos de que puedan reincorporarse a su vida familiar y social lo antes posible, pues sabemos que eso les va a ayudar psicológicamente", apunta Cereijo, quien destaca que, "a partir de ahí, surgen otras iniciativas" de las enfermeras para el tratamiento integral de las pacientes con cáncer de mama, como el primer banco de pelucas de la sanidad pública gallega, que empezó a funcionar en 2010, con el apoyo de la Junta Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en A Coruña. Un proyecto ideado para todas las mujeres del área sanitaria coruñesa que se queden sin cabello por el tratamiento, independientemente del tipo de cáncer que padezcan. "Vimos que la caída del cabello sí les afecta, y aunque no todas quieren ponerse peluca (es una elección personal), pensamos que las que sí lo deseaban no debían encontrarse con el impedimento económico para no hacerlo", indica la supervisora de área del Abente y Lago.

Más de 430 pacientes se han beneficiado, hasta el momento, del banco de pelucas del Chuac. La más joven tenía solo 12 años. "Que este proyecto pueda seguir funcionando dependerá de las donaciones que recibamos. Por eso pedimos a todas las mujeres que puedan comprarse las pelucas que lo hagan, y cuando finalicen el tratamiento y ya nos las necesiten, nos las hagan llegar", señala Carmen Cereijo. Cada una de esas piezas será sometida a un tratado, lavado y acondicionado para estar a disposición de las pacientes, que realizan de forma altruista las enfermeras de la unidad Ana Abad y Teresa Varela. "Nos han llamado muchas mujeres jóvenes ofreciéndonos su propio pelo, y nos da muchísima pena tener que decirles que no... La gente es muy generosa y está apoyando muchísimo este proyecto", comenta la supervisora de área del Abente y Lago, visiblemente emocionada.

Otra de las iniciativas promovidas por las enfermeras de la Unidad de Mama del Chuac para completar un tratamiento que atiende al cuerpo, pero sin olvidar la mente, es la micropigmentación de la areola o pezón. "Consiste en la realización de un tatuaje para dar color y forma a la areola, como último paso en la reconstrucción mamaria", explica Cereijo, quien subraya que se trata de un procedimiento sencillo, de apenas 45 minutos, que "se realiza con anestesia tópica y que no requiere entrar en el quirófano ni ingresar". "También se puede utilizar cuando la cirugía conservadora despigmenta la areola", apunta la experta. En los últimos tres años, han recurrido a esta técnica alrededor de 150 pacientes coruñesas.

El siguiente reto que se han marcado las enfermeras de la Unidad de Mama del Chuac para avanzar en la mejora de la atención a las pacientes con cáncer de mama es ofrecerles la posibilidad de asistir a clases de yoga, que se desarrollarían un par de días a la semana en el patio central -y cubierto- del Abente y Lago. "Este proyecto ya ha sido aprobado por el comité científico de la unidad. Lo único que falta es que alguna organización se anime a colaborar con nosotros", señala Carmen Cereijo, quien destaca "la importancia del ejercicio físico moderado dentro del tratamiento de la enfermedad". "Contribuye a que las pacientes se sientan mejor. Además, ver a otras enfermas hacer ejercicio también puede ser un estímulo, y servir de ejemplo, para las recién diagnosticadas", recalca.