A dmite el cocinero Ferrán Adriá que "cuando se es el número uno, todo el mundo espera que caigas. Y es normal". Lo mismo le ocurre a Facebook. Cada vez que un nuevo estudio asegura que está perdiendo fuelle o que un par de millones de usuarios se han dado de baja a la vez hay botes de alegría para celebrar tan notable noticia. Parece que tenemos unas ganas tremendas de matar a Facebook, como si su presencia en nuestros ordenadores, nuestros teléfonos, nuestras tablets o nuestras vidas nos molestase. Nos quejamos como si no hubiese mañana cada vez que hace un cambio en su diseño, mientras que si es Twitter el que lo realiza alabamos con vítores incluidos esa pequeña modificación, aunque haya sido solo mover un poco a la derecha el punto de la i de Twitter.

Si Facebook fuera un país sería el segundo más poblado del mundo (1.317 millones de usuarios), solo superado por China (1.367). Y eso que el gigante asiático bloqueó el acceso a esta red social en 2009. Aquí, en España, hay 18 millones de usuarios activos cada mes, de los que 12 entramos, por lo menos, una vez al día. Su tasa de penetración es envidiable: el 58% de los internautas españoles está en Facebook. Salvo Google, nadie puede presumir de mejores números.

Pero es cierto que algo pasa con Facebook. Una parte importante de su público, lo más jóvenes, ya no lo usan como antes. En Estados Unidos, que van un par de me gustas por delante de nosotros, acaban de realizar un estudio a 7.200 jóvenes de entre 13 y 19 años. Lo que allí sucede hay que tenerlo muy en cuenta, porque poco después se repetirá casi igual por estas tierras.

Los resultados del informe son muy claros. El uso de Facebook entre estos usuarios ha caído del 72% al 45%. Es decir, más de la mitad de los adolescentes de EEUU pasan de la red creada por Marck Zuckerberg. Pero ¿los jóvenes están dejando de usar las redes sociales? Para nada. Nueve de cada diez las siguen utilizando. Entonces, ¿a dónde se han ido? A Instagram y a Twitter, sobre todo. La primera es usada por el 76% y la segunda, por el 59%. Aunque una sea una red social de imágenes y la otra, de texto, las dos poseen la misma característica: son muy efímeras.

Sus contenidos son rápidamente consumidos y son más dinámicas que Facebook. No tienen publicidad y, por ahora, cuentan con una gran virtud: aún no están sus padres en ellas. ¿Quién no teme la llegada de ese día en la que tu madre te envía una solicitud de amistad? Y es que los jóvenes aseguran que Facebook se ha pasado de moda porque se ha convertido en algo atractivo para las personas equivocadas: sus padres. También se quejan de que en su muro de Facebook hay demasiadas historias: fotos, comentarios, likes, artículos de otros que no tienen importancia y, por supuesto, anuncios.

Aunque no lo parezca, a los adolescentes también les preocupa su privacidad. Bueno, más que su privacidad, no dejar huella en la red. Por eso, además de Instagram y Twitter, entre ellos funciona tan bien WhatsApp o Snapchat, esta última es una aplicación muy parecida a WhatsApp en la que las fotos y los videos desaparecen al poco tiempo.

Zuckerberg ha reconocido que están perdiendo parte de su público clave. Por eso ha movido ficha para seguir contando con el favor de los jóvenes: en 2012 se rascó el bolsillo y compró Instagram por 800 millones y el pasado febrero echó la casa por la ventana al adquirir WhatsApp por 17.000 millones. Aún así, algo pasa con Facebook.