Imaginemos que en nuestra nevera tenemos pegado uno de esos imanes que compramos en los viajes. Nos apetece una pizza, lo tocamos una vez y, sin hacer nada más, media hora después el repartidor llama a la puerta con nuestra pizza favorita. Imaginemos que estamos en el supermercado y no sabemos si nos queda leche en la nevera. Entramos en nuestro móvil y con un simple vistazo comprobamos todos los alimentos que tenemos. Imaginemos que hoy ha sido un día agotador y hemos reñido con el jefe. Vamos en el coche camino de casa y nos apetece tomarnos un relajante baño de espuma. Sacamos el móvil y con un gesto le decimos a la bañera que nos lo tenga preparado cuando lleguemos. Ah, y que cuando entremos en casa suene nuestra música favorita y las luces estén encendidas.

Estos ejemplos parecen ciencia ficción. Pero no lo son. Es lo que se llama el internet de las cosas y que se basa en conectar objetos cotidianos a internet. El nombre internet de las cosas es una traducción literal de The internet of things. En español sería mejor decir internet en todas las cosas.

La idea, acuñada en 1999, es que todas esas cosas cotidianas tengan una dirección de internet propia, cuenten con una serie de sensores y posean la capacidad de comunicarse con otros objetos. Es decir, puedan impartir órdenes a otras cosas o responder a ellas.

Primero fueron los ordenadores los que solo tenían internet, después llegaron los dispositivos móviles „smartphones y tablets„, las televisiones, las videconsolas, las gafas de Google, los relojes inteligentes€ y ahora llega la revolución de los objetos. Se calcula que solo el 1% de los objetos del mundo está conectado. Así que aún queda mucho camino por recorrer.

El botón de la pizza ya existe. Se llama Click&Pizza y es una idea ya muy avanzada en la que han trabajado Telepizza y Telefónica. Al darle al botón, se realiza el pedido de la pizza que tengamos en favoritos.

Y no solo podemos saber si nos queda leche en nuestra nevera desde el supermercado. El frigorífico también nos avisará si algún producto está caducado. Además, al tener monitorizados nuestros hábitos sabrá cuándo se va a acabar nuestro yogur favorito y realizará de forma automática la orden de compra a nuestro supermercado de confianza. También podemos decirle que el mismo yogur lo compre en el supermercado más barato.

Aunque no nos demos cuenta, el internet de las cosas ya lo tenemos a nuestro alrededor: pulseras que nos informan de nuestras constantes vitales cuando hacemos running; zapatillas que te dicen los kilómetros que corres; lavadoras que te avisan al móvil cuando han acabado la colada o te advierten de que algo les pasa y te dan la solución; hornos que se pueden controlar desde el teléfono; coches que llaman al servicio de urgencias cuando has tenido un accidente€ Pero el internet de las cosas tiene aún muchas más aplicaciones: un tenedor que ofrece los datos de la velocidad a la que lo llevamos a la boca y nos da consejos para mejorar la forma en la que comemos; cepillos de dientes que te avisan de que tienes una caries y te piden una consulta a tu dentista en un hueco libre de tu agenda; semáforos inteligentes que regulan la circulación de los coches con lo que eliminan los atascos€

En fin, la irrupción del internet de las cosas va a cambiar nuestros hábitos de vida. ¿Quién nos iba a decir hace unos años que veríamos la televisión en un teléfono móvil o en una tablet de menos de un centímetro de grosor€? Pues eso. Por cierto, ¿lo del botón de la pizza cuándo lo sacan?