Cuando dos antiguos empleados de Google y Microsoft presentaron el 6 de octubre de 2010 una aplicación de fotografía solo para el móvil que se llamaba Instagram, nunca pensaron que solo 18 meses después el gigante Facebook se fijaría en ellos y compraría su juguete por algo más de 750 millones de euros. En aquel momento era un puñado de trabajadores que gestionaba una red social con 30 millones de usuarios. Desde entonces, abril de 2012, han multiplicado esa cifra por diez, con lo que superó el pasado diciembre a Twitter.

Pero, ¿qué hace que sea tan cool y moderno tener un perfil en Instagram y que hasta los más jóvenes y los famosos se decanten por ella? ¿Qué hace que sea en España la segunda red social más valorada tras YouTube, y que haya sido la única que en 2014 aumentó su frecuencia de uso y sea, tras Facebook y empatada con Twitter, la que más utilicemos?

Varias son las razones de su éxito. La primera, sin duda, su sencillez. En el mundo digital, y también en otros sectores, para que un producto funcione tiene que ser fácil de usar. En Instagram sacas una foto y al instante ya puede estar publicada. Y esa es otra de las razones de su éxito: con Instagram conseguimos la misma sensación de instantaneidad que con las antiguas Polaroid de los años 60. Encuadras, aprietas el botón y ya tienes la foto colgada en la red.

Los creadores también quisieron homenajear a las Kodak Instamatic que hacían las fotos en un formato cuadrado. Y esta es otra de las claves de su éxito. Instagram ha conseguido que todos creamos que somos buenos fotógrafos. Al tener un formato cuadrado se simplifica la composición de la imagen; no nos tenemos que preocupar si colocamos el móvil en vertical u horizontal -aún se ven muchos vídeos en vertical hechos con el teléfono-; realza la simetría; facilita que el fotógrafo coloque al protagonista en el centro de la imagen y resalta el equilibrio de la composición. Y si hemos dejado elementos que no nos interesan en los bordes, para eso están los filtros que dan la opción de superponer una serie de marcos artísticos.

Porque los filtros, que provienen de la Polaroid, son otra de las claves del éxito de Instagram. Aunque la cara de nuestra chica nos haya salido más clara de lo que es o el cielo, en vez de azul, aparezca blanco, siempre hay un filtro que lo arregla todo. Es como la salsa que ponen en algunos restaurantes para enmascarar que la carne no tiene sabor.

Y como en toda red social, otra de las claves de su éxito es la socialización. Las fotos las compartimos con nuestra comunidad de instagramers. Es muy fácil darle al me gusta a una imagen o dejar un comentario.

A pesar de tener más de cuatro años de vida, la aplicación ha mantenido su frescura y sencillez. También se ha beneficiado del inmenso crecimiento de los últimos años de los teléfonos móviles que llevan la cámara incorporada.

En enero de 2011 introdujo los hashtag para agrupar los temas como en Twitter. Fue una gran idea. No tanto fue la posibilidad de hacer vídeos de 14 segundos, que llegó en junio de 2013. La gran mayoría de los usuarios siguen apostando por publicar fotos en lugar de vídeos.

Lo único que tiene de malo Instagram es si entras a la hora de comer o de cenar. Entonces, tu timeline se llena de fotos de platos de comida, todos ellos riquísimos y buenísimos. Y si es verano, de imágenes de pies en la playa o en la piscina. Y es que todo no podía ser perfecto en Instagram.