Te duele la garganta? No desesperes. Acude a tu médico y sigue sus pautas. El proceso puede deberse a varias causas, desde lo más sencillo (que te ha cogido el frío) hasta algo más grave (como una amigdalitis). Es fundamental saber cuál es la causa para aplicar el mejor tratamiento que te permita recuperarte rápidamente y evitar una infección prolongada que afectará a todo tu organismo.

Las amígdalas son unos ganglios situados en la zona de la garganta y cuya función es la de prevenir infecciones. Cuando se inflaman (normalmente al activarse para eliminar los patógenos que se introducen en el organismo) se produce la denominada amigdalitis, patología que debe ser tratada por el médico. La expresión más frecuente de quienes la padecen es: "tengo anginas", pero a lo que se refieren es a esta inflamación que reduce la calidad de vida de los enfermos.

No distingue edades ni sexos aunque es muy frecuente en niños porque su sistema inmunitario está en pleno desarrollo y sus mecanismos de defensa se activan con mayor fuerza. Debe hacerse el diagnostico diferencial con la faringitis o el simple dolor de garganta para decidir el mejor tratamiento y adaptarlo al paciente.

Los síntomas resultan incómodos pero no suelen ser graves. Se incluyen: amígdalas inflamadas, tos, dolor de oído, dificultad para tragar, dolor de cabeza, fiebre, dolor de garganta, etc. que pueden confundirse, por ejemplo, con una gripe.

Acude al médico para que haga el diagnóstico y paute el tratamiento. Suele incluir antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos, etc. y los enfermos se recuperan con facilidad en unos días.

Si se sufren amigdalitis de repetición o se presentan problemas concretos puede ser necesario extirparlas. Es una decisión que debe tomar el médico y explicar al paciente las ventajas e inconvenientes de la cirugía. Hace años se operaba con mayor frecuencia porque se consideraba que era la mejor opción para este tipo de enfermos. Actualmente se valoran todas las alternativas antes de someterles a la cirugía. Consulta todas tus dudas al médico.

La prevención pasa por evitar el contagio, muy importante especialmente en el caso de los niños. Lavarse las manos, evitar compartir artículos contaminados (vasos, cucharas, juguetes, etc.), toser o estornudar con un pañuelo de papel delante de la boca y la nariz, taparse la boca y garganta con un pañuelo o bufanda, etc. pueden ser mecanismos muy útiles para reducir la transmisión.

Para mejorar la inflamación se recomiendan unos consejos sencillos fáciles de seguir:

-Beber líquidos fríos.

-Consumir helados sea cual sea la época del año.

-Ingerir bebidas templadas, nunca calientes (pues aumentan la inflamación).

-Hacer gárgaras. Existen varias opciones: agua tibia con sal, alguna bebida alcohólica, tomillo y limón, miel y limón, etc.

-Chupar caramelos o pastillas específicas para la inflamación

-Tapar la garganta para que no se enfríe.

La fitoterapia cuenta con un arsenal amplio que debe ser recomendado por el especialista. Consulta a tu médico y no te automediques. Podemos incluir:

-Equinacea con efectos antivirales y sobre el sistema inmunitario. Los componentes químicos activos farmacológicamente son: aceite esencial, fenoles, flavonoides, equinacósido, rutósido, inulina, etc. Presenta varias indicaciones terapéuticas, siendo la primordial la relacionada con el aumento de las defensas ante los ataques de virus y bacterias. La actividad conjunta de sus principios activos estimula el poder fagocitario de los macrófagos y favorecen la síntesis del interferón (imprescindible para la adecuada respuesta inmunitaria de nuestro organismo). Puedes utilizarla en comprimidos, tintura, etc.

-Tomillo, se considera un buen antiséptico y antiinflamatorio interesante en los procesos relacionados con las vías respiratorias. Puedes utilizarlo en decocción. Prepáralo hirviendo durante dos minutos en medio litro de agua 4 cucharadas soperas y dejándolas en reposo de 15 a 20 minutos. Se recomienda beber un vaso de esa preparación tres veces al día.

-Propóleo, es un compuesto bactericida con propiedades interesantes para mejorar las defensas y las afecciones respiratorias. Se le adjudican propiedades analgésicas y antiinflamatorias, por lo que resulta muy indicado para la amigdalitis ya que combina las dos actividades. No deben consumirlo quienes padecen alergia al polen.

No es una patología grave y la recuperación, normalmente, es rápida y completa, pero debe ser tratada por el médico. Si surge alguna complicación, será necesario aumentar el tratamiento o incluso modificarlo. Cualquier decisión en ese sentido debe ser indicada por el médico. No te molestes si, inicialmente, no pauta un antibiótico, ya que no es imprescindible en todos los casos y así se evitan problemas relacionados con el consumo excesivo de estos fármacos.