Hoy toca hablar de Sálvame, de Gran Hermano Vip y de Belén Esteban. No. No se preocupen. No se han confundido y están leyendo por equivocación la columna de la crítica de televisión. De vez en cuando hay que tirar del pan y el circo, que tan bien les fue a los romanos y a los que no son romanos. Y también hay que tirar del buen cine. En 1990, Martin Scorsese dirigió una espléndida película sobre gánsters que tituló Uno de los nuestros. En su primera escena, el protagonista asegura: "Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, quise ser un gánster".

Las redes sociales, y sobre todo Twitter, llevan un par de semanas revolucionadas con los dos programas de Telecinco antes mencionados y la princesa del pueblo. Esta, en un ramalazo de sinceridad -y es que la casa de Gran Hermano todo lo magnifica- insinuó, por decirlo de una forma suave, que una de sus compañeras en Sálvame hacía uso de unos polvos blancos y no, precisamente, para empolvarse la nariz. Hasta aquí nada nuevo. El programa vespertino de Telecinco se alimenta de ver a sus colaboradores cómo se despellejan entre ellos. Así que no hay mucha noticia. Sin embargo, la cadena retiró ese vídeo y entonces ahí fue cuando se armó la buena.

Los espectadores de Sálvame, y los que no lo son, se fueron como posesos a Twitter a criticar lo que ellos creían que era censura y una excesiva protección de su estrella. El programa echó más leña al fuego y su directora salió a defender a Belén Esteban. Leyó un comunicado en el que reconocía su imperfecciones pero quedaba perdonada porque, parafraseando a Scorsese, "es una de las nuestras".

Tras el cierre de filas desde Sálvame, en Twitter comenzó una campaña de boicot. Durante cuatro días, algo poco habitual, fue trending topic #ApagonSalvame, con el que los espectadores, y los que no lo son y aprovecharon el momento, pedían que no se sintonizase Telecinco mientras se emitía el programa. Hay datos que aseguran que ha perdido unos 200.000 espectadores en este tiempo.

No contentos con ello, sacaron un nuevo hashtag #BoicotAnunciantesSalvame, que también fue trending topic en Twitter durante varios días, aunque no tuvo tanta repercusión como el primero. A través de este se requería a los anunciantes para que dejasen de poner publicidad en el programa. En total fueron unos 24.000 usuarios los que emitieron algún tuit sobre esta guerra televisiva-tuitera. Nueve de cada diez fueron en contra de Sálvame.

La petición de que las marcas dejen de anunciarse en un programa de Telecinco no es algo novedoso. Ya ocurrió con La Noria en 2011. La presión que se realizó desde las redes sociales y los blogs obligó a que los anunciantes dejasen de publicitarse en el magacín que presentaba Jordi González, que al final tuvo que echar el cierre.

Sin embargo, el boicot a Sálvame es muy diferente del que se planteó a La Noria. En aquel momento, el programa pagó 10.000 euros para que la madre del El Cuco, condenado por un juez por el crimen de Marta del Castillo, se sentase ante las cámaras para que contase sus miserias. Y aunque las de la Esteban también puedan serlo, no tienen comparación.

Recurrir al mantra de demandar a las empresas que dejen de anunciarse en un programa funciona cuando lo que se pide apela al sentido común. No por quitar un vídeo o defender o dejar de defender a una de sus colaboradoras. Aunque después se siente ante las cámaras y se lamente de que al día siguiente tiene un examen de orina y no ha estudiado nada. Por esta vez, Sálvame se ha salvado. Por esta vez.