Cuando una pareja estable ronda los 40 años y no tienen hijos, casi todo el mundo cree que no los pueden tener. Si aclaran que realmente es que no quieren convertirse en padres, las caras de pena tornan rápidamente en asombro y frases como "sois unos egoístas" o "ya verás como os arrepentís" pasan a formar parte del argumentario de su entorno. Expertos aseguran que el hecho de no tener hijos por elección es todavía uno de los tabúes de la sociedad del siglo XXI, lo que hace que estas parejas tengan que hacer frente a las múltiples presiones que le llegan de su entorno. "Es uno de los prejuicios más extendidos todavía. La mayoría de la gente que ve una pareja sin hijos cree que no los puede tener porque se considera antinatural, raro, que sea que no quieren", explica la psicóloga Mercedes Carreño, miembro del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia y trabajadora en un Centro de Orientación Familiar (COF) en Santiago.

Para los expertos, los prejuicios a nivel social están vinculados con los roles de género tradicionales. "Se basan en el estereotipo de que la mujer debe aspirar a la maternidad, a formar una familia para de alguna manera convertirse en un ser completo", explica Carreño, quien añade: "Es un estereotipo que, pese a que han cambiado los tiempos, se interioriza de mil maneras". Algo que, unido a la presión social, hace que muchas mujeres que no soñaban con ser madres, finalmente sí lo sean.

"Lo habitual es que hasta los 30 años no pase nada, pero después la gente empieza a hablar de que se te pasa el arroz, que si eres una egoísta... una presión que genera temor: 'que si después te vas a arrepentir', que 'quién te cuidará de mayor'... Eso hace que finalmente muchas parejas sucumban a la presión y se conviertan en padres", señala esta psicóloga. "Solo aquellos que sean capaces de luchar contra esos estereotipos, contra la norma social" serán los que mantengan el modelo de vida que habían planeado, sostiene Carreño, pero no todos lo logran. "De hecho, en los últimos años han aumentado en mi centro las consultas de mujeres sin hijos que quieren esterilizarse. Quieren evitar que después no sean capaces de enfrentarse a la norma social", sostiene.

Carreño destaca que decidir no tener hijos es una decisión tan normal y respetable como quienes apuestan por la llegada de un bebé a sus vidas. Por ello, defiende que las parejas sin hijos por elección no oculten que lo son. "Hay que decirlo claramente, es una forma de autorizarse y autoafirmarse. Cada persona y pareja decide cómo ser feliz, en qué invertir su tiempo y su vida", señala esta psicóloga, quien asegura que hay múltiples factores que llevan a no desear tener familia. "Gente que quiere invertir el tiempo y el esfuerzo que supone tener un hijo en otras cosas, por motivos profesionales, gente que tal y como está la situación social en el mundo no quiere traer más niños al planeta, etc.", explica.

Otro debate instalado en la calle y al que expertos de todo el mundo han dedicado varios estudios es si las parejas que tienen hijos son más felices que quienes no los tienen o viceversa. La investigación Enduring Love de la universidad británica The Open University que lleva años analizando la calidad de vida en pareja -ha encuestado a más de 5.000 parejas- revela que las parejas sin descendencia consideran mejor su relación y se sienten más felices con ella que quienes sí tienen hijos. Por el contrario, otro estudio de realizado por las universidades estadounidenses de Princeton y Stony Brook señala que apenas existen diferencias a nivel de satisfacción con su vida entre quienes son padres y quienes no lo son.

Para la psicóloga gallega Mercedes Carreño todo dependerá "de las expectativas que tenga la pareja" sobre su vida. "Si se trata de una pareja que desea tenerlos y formar una familia, no poder tenerlos supone una frustración e infelicidad; pero si la pareja no tiene estas expectativas y desea no ser padres, estos no influyen en nada para ser feliz", explica esta psicóloga, quien reconoce que el primer año de vida de un hijo es duro y puede hacer que algunas parejas se resientan. "Tener un hijo supone una dedicación psicológica y física que resta tiempo para la pareja. Además, tal y como están repartidos los papeles aún hoy en día, la figura paterna se resiente durante este primer año", sostiene Carreño, quien tiene claro que a nivel global, los hijos no influyen para ser más o menos feliz.

Pese a que las parejas que no tienen hijos por elección todavía son una minoría, los hogares formados por parejas sin descendencia -en donde se incluyen también quienes no pueden tenerlos o cuyos hijos ya se han independizado- aumentaron un 45% en solo una década, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al año 2011. En el caso de Galicia habría más de 280.000 hogares formados por parejas sin hijos, la mayoría (116.000) en A Coruña. Una opción, sin embargo, que gana adeptos. La socióloga británica Katherine Hakim -autora del estudio Sin hijos en Europa- asegura que sobre un 20% de las mujeres europeas no son madres y solo un 3% es debido a su infertilidad.

Pero ¿qué ocurre si un miembro de la pareja quiere ser padre y el otro no? "El deseo de paternidad no se puede cambiar, es tener un objetivo vital determinado y por tanto ningún miembro de la pareja debería ceder porque a la larga puede ser peligroso, puede crear frustración por no tener lo que se desea", señala Carreño, quien cree que si ser padre es un objetivo vital, lo ideal es buscar otra pareja. Y la otra cara la viven quienes pese a desear ser padres no pueden por problemas de infertilidad. "Lo viven como algo dramático, frustrante. Se centran solo en lograrlo y pierden otros objetivos. Es un error, no deben descuidar otras facetas y ver que no tener hijos es otra opción más", apunta Carreño.