Al mirar a través de una cartulina enrollada en forma de canuto, se obtiene una visión parecida a la que tiene un paciente con glaucoma muy avanzado, una enfermedad que afecta a alrededor de un millón de españoles, aunque la mitad de ellos lo desconoce, ya que se trata de una dolencia silenciosa que en las fases iniciales no duele ni presenta síntomas. El glaucoma provoca que el paciente pierda poco a poco fibras del nervio óptico y tenga cada vez menos campo de visión. Su origen se desconoce, pero el principal factor desencadenante es el aumento de la presión intraocular. Los que sí se sabe es que se trata de una de las principales causas de ceguera -junto con la retinopatía diabética y la degeneración macular asociada a la edad- no solo en Galicia, sino en todo el mundo occidental, y que afecta, aproximadamente, a entre el 1,5 y el 2% de la población, aunque a partir de los 70 años, ese porcentaje se eleva hasta el 5%.

La prevención a través de los controles oftalmológicos a partir de los 40 años y la importancia del diagnóstico precoz es el mensaje principal de médicos y asociaciones de pacientes en el Día Mundial del Glaucoma, que se conmemora el jueves, aunque durante toda esta semana se realizarán actos de concienciación por toda Galicia. El delegado en A Coruña de la Asociación Gallega para la Prevención del Glaucoma (AGG), Luis García Gómez, reconoce que la mayoría de los casos se diagnostican tarde porque el paciente no nota síntomas hasta que ha perdido gran parte de la visión. "Por eso es tan importante hacerse revisiones periódicas, sobre todo si hay antecedentes familiares", subraya García, quien alerta de que "la mitad de los pacientes desconoce que tiene la enfermedad". "No es que de repente no se pueda leer bien o se visualicen manchas negras que molestan. Simplemente, se va perdiendo poco a poco campo de visión periférico y esto no se nota hasta el final, cuando hay solo visión por la parte central", aclara.

Los oftalmólogos diferencian varios tipos de glaucoma. El más habitual es el glaucoma crónico de ángulo abierto, cuya evolución es lenta y que no da síntomas hasta estadios avanzados. Pero también hay otras modalidades, como el glaucoma de ángulo cerrado o agudo, que se presenta de forma abrupta y cursa con síntomas como dolor ocular, ojo rojo, cefaleas, náuseas o vómitos, y que debe ser tratado como una emergencia; el congénito, que es muy raro y también muy severo, y que se suele diagnosticar en el primer año de vida; el secundario, el pseudoexfoliativo -con una gran prevalencia en el sur de Galicia, la mayor de España-, el pigmentario o el de origen traumático, entre otros.

Los especialistas también apuntan varios parámetros que ayudan a determinar si un paciente puede llegar a padecer esa dolencia. A medida que aumenta la edad, sobre todo a partir de los 60 años, se incrementan las posibilidades. Además, tienen más riesgo los pacientes con la córnea delgada, quienes sufran migrañas con frecuencia o tengan algún antecedente familiar. Y también es una enfermedad con un fuerte componente racial, pues se sabe que las personas de origen africano son más propensas a sufrirlo.

El tratamiento, recuerdan, sirve para estabilizar la enfermedad, es decir, para frenar ese daño y que no se siga produciendo.