Nuestros teléfonos móviles no dejan de progresar. Cada vez tienen más memoria; hacen las fotos más grandes; pesan menos; son más potentes; más rápidos; más estrechos; más pequeños? Bueno, esto último ya no tanto. Y es que a los diseñadores les está dando por fabricarlos cada vez más grandes y ya empieza a ser complicado llevarlos en el bolsillo. Y cuando te lo pones en la oreja parece que tienes un libro pegado a la cara.

Los móviles ya no solo valen para realizar llamadas. Ah, ¿valen para eso? También puedes navegar por internet; ver películas; escuchar música; utilizarlo de navegador en el coche; jugar al Candy Crush; hablar por Skype con otra persona al otro lado del Atlántico? En fin. Prácticamente todo lo que quieras.

Han alcanzado un nivel tecnológico tan elevado que la mayoría son más potentes que el ordenador que tenía el Apolo en sus viajes a la luna. La carrera innovadora que han vivido durante los últimos años es digna de estudio. ¿Alguien se acuerda del mamotreto que teníamos hace solo una década?

Los móviles han evolucionado en todos los aspectos, menos en uno: la batería. Si vemos una película; escuchamos un poco de música; jugamos a alguno de los juegos que nos hemos descargado o vemos un video de gatitos en YouTube el nivel de carga se desploma a una velocidad similar a la de su procesador.

Todos hemos tenido esa sensación de pánico tras trastear un rato por la mañana con el móvil y llegar a las tres de la tarde con el 30% de batería y saber que no vas a tener un cargador a mano. La única solución es mendigar uno en el trabajo o hacerte a la idea de que a media tarde se va a apagar.

Las baterías son la gran deuda pendiente de los fabricantes de móviles. Han dejado de lado las investigaciones para mejorar su autonomía por favorecer otras características como el peso o el grosor. Pues no. Señores, fabricantes. Queremos móviles menos bonitos y menos delgados, a cambio de poder cargarlos cada tres o cuatro días como los de antes, que no eran tan buenos pero duraban como las pilas de los conejitos del anuncio. No como los de ahora que si sales a las ocho de la mañana de casa, y sabes que no vas a llegar hasta las diez de la noche, o te llevas el cargador, y a media tarde lo enchufas, o te compras una de esas baterías externas para darle vida cuando baje de la mitad.

Mientras, hay tímidos avances para mejorar la autonomía de los móviles. La última iniciativa llega desde la Universidad de Stanford. Allí aseguran que trabajan en unas baterías de aluminio (no de litio como las actuales) que se pueden cargar en un minuto. Sí. Un minuto. También soportan 7.500 ciclos de cargas, frente a los 1.000 actuales, son más baratas y hasta se pueden doblar.

El hallazgo, que aún está en fase experimental, tiene, por ahora, un pero. Solo genera dos voltios de electricidad y para un móvil hace falta el doble. Pero aseguran que están trabajando para alcanzar esta cifra.

El invento tiene buena pinta. Cargar el móvil en un minuto es un gran avance. Sin embargo, esta batería sigue con el mismo problema de base que las actuales: su autonomía. Está bien que se pueda cargar el móvil mientras vamos al baño, pero lo interesante es que dure tres o cuatro días como los de antes. Tampoco debe ser tan complicado.

Supongo que investigar y hacer baterías más duraderas es también un arma de doble filo para los fabricantes: cuanto más duren, más tiempo pasará hasta que nos gastemos el dinero en comprarnos otro móvil. Y eso, para la cuenta de resultados...