Además de ser un gran maître, tal y como acaba de reconocer el Estado francés con esa placa distintiva que plasma el caché del local para comensales curiosos, a Otero también le gusta mucho practicar deportes, sobre todo atletismo. "Corrí el maratón de Barcelona y el de Nueva York; muchas tardes cuando salgo de trabajar me dedico a entrenar", apunta Camilo.

Tras fallecer su padre, y en honor a él, el gallego-francés hizo tres veces el Camino de Santiago. "Sí, desde Saint Jean Pied de Port hasta Santiago y una de las veces hice el del Norte, por la costa hasta Bilbao, me encanta", señala.

Conoce Galicia porque, de todos los hermanos, él era el varón más mayor, el primero, y durante muchos años hacía viajes a Galicia con su padre "para arreglar cosas o visitar la aldea". Lo acompañaba. "Su ilusión era volver allí, después de todo el tiempo de exilio. Conseguimos que durante los últimos veinte años de su vida pasara largas temporadas en Galicia, de hecho llegaban a ser seis meses allí y seis meses en Francia. Era algo que deseaba muchísimo y pudo hacerlo", narra Camilo Otero.

Él y su familia viajan a Lugo cada vez que pueden. "Cuando el trabajo me deja, que no es siempre que quiero", expresa Otero. Tienen una casa en Sobrado de Picato, cerca de Baralla, a 25 kilómetros de Lugo. "Lo más habitual es que pasemos unos días en verano", describe.