Uno de cada cinco españoles sufre estrés en su puesto de trabajo y aunque los expertos reconocen que de forma moderada es positivo - "es algo necesario, que nos activa", indican los psicólogos-, cuando es excesivo se convierte en un gran enemigo para la salud. "El estrés surge cuando hay un desequilibrio entre las tareas a realizar y los recursos que tenemos, exige una adaptación. Si es excesivo es perjudicial para la salud y cuando la situación se cronifica aparece el síndrome del trabajador quemado", explica el vocal de la sección de Psicología del Trabajo del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, Carlos Montes, quien recuerda que este síndrome cada vez más habitual -"antes la mayoría de trabajos eran de naturaleza física y ahora de carga mental"- provoca problemas de salud a nivel físico y psicológico y reduce la productividad del trabajador.

Una sobrecarga excesiva y constante de las tareas a realizar, la falta de control de la empresa sobre cómo se reparte el trabajo, la ausencia de reconocimiento hacia las labores realizadas o la falta de descanso son algunas de las situaciones que provocan estrés crónico y pueden finalizar con un síndrome del trabajador quemado o burnout. Un problema laboral que se traduce en sensación constante de agotamiento, migrañas, dificultad para conciliar el sueño, hipertensión, malestar de estómago, cuadro de ansiedad, depresión o problemas de autoestima. "El estrés está considerado el segundo riesgo laboral por detrás de los problemas musculoesqueléticos, sin embargo, muchas veces el paciente llega al médico con síntomas que no vincula a que sean derivados por el estrés del trabajo", señala Montes.

¿Qué signos delatan que un trabajador sufre burnout? Los psicólogos lo tienen claro. "Son personas que están constantemente agotadas, cansadas físicamente y con desgaste a nivel psicológico; que inician un distanciamiento con otras personas y que desarrollan un sentimiento de ineficacia, de que son incompetentes para su puesto", explica el psicólogo Carlos Montes, quien reconoce que aquellas profesiones en las que hay que interactuar de manera habitual con otras personas -como sanitarios, profesores o personal de administración que trabaja cara al público- tienen más riesgo de desarrollar este trastorno.

Un informe de la Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud distingue entre tres perfiles distintos de trabajadores quemados. Los frenéticos -aquellos que se ven desbordados por su trabajo y abandonan su vida personal o su salud para realizar estas tareas-; los sin desafíos -no tienen motivación y se sienten indiferentes ante las tareas, lo que les lleva a abandonar este trabajo- y los desgastados -no se sienten reconocidos y optan por dejar de lado sus tareas-.

Un síndrome psicológico que se traduce en problemas de salud físicos y que, según los expertos, reduce la productividad del trabajador. "Al reducirse la satisfacción del empleado hace que baje el desempeño de sus tareas, su nivel de compromiso; son trabajadores con mayor tasa de absentismo, que piden más bajas y por tanto se reduce su rendimiento", explica este psicólogo gallego, quien asegura que el síndrome del trabajador quemado puede afectar a cualquier empleado, incluso entre quienes desarrollan tareas en un trabajo que les gusta o es el que siempre han soñado.

Una vez detectado el problema, los expertos reconocen que su abordaje "es complicado". "Se trata de un problema laboral y deberían ser las empresas las que intentasen tomar medidas como repartir mejor las tareas, facilitar el descanso, dar más autonomía...", indica Montes, quien asegura que a nivel psicológico se ayuda a estos trabajadores a mitigar los síntomas con técnicas de relajación o para saber gestionar mejor el tiempo.