Astrónomos de todo el mundo han podido observar por primera vez, y con gran precisión, el momento en que un agujero negro engulle y expulsa masa procedente de su estrella vecina. Se trata de un objeto muy voraz que se ha despertado después de 26 años.

Desde la noche del 15 de junio, cuando saltaron las primeras alarmas de la presencia de un brillo extraordinario, telescopios de todo el mundo apuntan hacia V404 Cygni, un sistema binario compuesto por un agujero negro y una estrella que orbitan uno alrededor de la otra. Se encuentra en la Vía Láctea, en la constelación del Cisne, a casi 8.000 años luz.

Según explica Teo Muñoz-Darias, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en un sistema binario de estas características "las capas externas de la estrella se sienten más atraídas por la gravedad del agujero negro que por la de la propia estrella, así que se empieza a transferir material en torno al agujero negro y se forma un disco de acreción".