Carlos Herrera acaba de aterrizar en la COPE, donde regresa veinte años después de irse por segunda vez y lo hace "seducido" con su línea editorial y con el propósito de no ser "sectario" porque, aunque cree que todo el mundo es ideológico en lo que hace, quiere que quien le oiga "no se sienta excluido". El periodista almeriense, que no tiene previsto continuar "en la trinchera" cuando finalice su contrato en la emisora de la Conferencia Episcopal dentro de tres años, está convencido de que no va a ser como el flautista de Hamelin y llevarse rápidamente los oyentes que tenía en Onda Cero. Reconoce Herrera que el otoño "agitado" que se avecina, con ciudadanos ávidos de información, aumenta el consumo de medios de comunicación, y eso puede beneficiar su arranque en la COPE, si bien recalca que depende de cómo utilice cada uno esa necesidad de información, que resulte rentable o no.

-Aunque el periodista deteste ser noticia, usted lo ha sido esta primavera-verano a raíz de sus salida de Onda Cero y su fichaje estrella en la COPE que ha revolucionado el panorama radiofónico. ¿Cómo ha vivido estos meses? ¿Cómo afronta esta etapa?

-Debido a mi poquedad o mi cortedad, me impresiona particularmente ser noticia cuando nunca he optado por serlo, pero bueno, lo soy y lo asumo de forma racional, sabiendo separar la paja del grano y, en este caso, procuro separar la paja del grano y quedarme con el grano, que es lo más importante. Afronto este desafío con entusiasmo. Soy ambicioso, y eso no es ilegítimo y no pienso pedir perdón por ello. Soy ambicioso como la mayoría de mis compañeros, o la mayoría de los que hacemos trabajos que exigen determinada competición entre adversarios. Yo lo quiero hacer mejor que los demás y aspiro a hacerlo limpiamente con mi trabajo.

-Ha dicho que llega a la COPE para hacer "algo más que un programa de radio" y se ha bautizado con un padrino de excepción, el rey Juan Carlos. ¿Cómo va a seguir sorprendiendo a los oyentes?

-Hombre, todos los días no se puede tener a un Rey en el programa. El trabajo es el cotidiano de todos los días, es decir, ahora lo que tienes que hacer es servir el mejor producto en información, el menos sectario, en el que quepan todos los invitados que quieran venir y en el que todos puedan decir lo que quieren expresar. Al fin y al cabo, el periodista es un testigo de lo que ocurre y lo traslada a los oyentes, con claves de análisis. Y todo ello con el componente de la emoción porque la radio es la emoción y sin emoción no es radio.

-¿No cree que se viene haciendo la misma programación o muy similar desde hace tiempo y eso hace que los programas resulten un poco repetitivos? ¿Queda algo por inventar en la radio?

-La radio es una persona que habla y otra que escucha. Pueden cambiar las técnicas, algún formato, pero fundamentalmente no deja de ser contar cosas, contar historias. Eso es lo que tenemos que hacer.

-Su objetivo y el de los directivos del grupo es el liderazgo, aunque no se ha puesto una fecha concreta para alcanzarlo, más allá de sus tres años de contrato. ¿Cree que en Onda Cero temen que sea como el flautista de Hamelin y se lleve a los oyentes?

-No, está claro que no. Eso no funciona así, el trabajo de la radio es muy, muy lento, día a día, los oyentes se ganan de uno en uno y se pueden perder de cien en cien. Conseguirlos es muy difícil, los liderazgos cuantitativos son apuestas a largo plazo y el cortoplacismo en la radio es un error.

-Ha reconocido que la línea editorial de la cadena de radio COPE le convence, le seduce y se siente cómodo con ella ¿Llega con intención de ser más ideológico que en su anterior cadena?

-No, todos somos ideológicos en lo que hacemos. Ideología también es elegir un color, un plato o un vino... Yo lo que no quiero es ser sectario, a mi el sectarismo particularmente no me interesa. Quiero que todo el que quiera me oiga y que no se sienta expulsado o excluido.