Ni misógino, ni machista. El funcionario de la Universidade de Vigo demandado por escribir comentarios sexistas y vejatorios en la lista de correo comunitaria -a la que tienen acceso cerca de 25.000 usuarios- defiende que sus palabras han sido "sacadas de contexto" y se reafirma como un "feminista marxista" convencido. "No desprecio a las mujeres. Todos mis escritos son satíricos e irónicos. Dentro de esa sátira e ironía puede haber gente que piense que me excedí, pero nunca quise humillar a nadie", afirma Sergio Pajares, quien confiesa que no se arrepiente de las expresiones que empleó. "No he cometido ningún error", zanja.

Los demandantes -Adela Sánchez, Ángel Rodríguez y Victoria Martins, profesores e investigadores- decidieron denunciar a la Universidad por permitir que Pajares lanzase comentarios "denigrantes" a través de un canal público. En varias ocasiones, el funcionario se dirige a ellos con calificativos como "perras", "feas e idiotas" o "subespecie de sabandija con síndrome de Down". Ayer Pajares aseguraba "no ser consciente de usar un lenguaje soez"; si bien reconoce que durante el intercambio de comentarios se pudieron cometer, siempre "por ambas partes", "excesos verbales". "En un contexto en el que ambas partes elevamos el tono, es probable que se hayan producido excesos verbales", matiza Pajares, quien asegura que a su vez también recibió "insultos", como "gordo" o "deforme".

Entre los emails compartidos en la lista comunitaria figuran también relatos pornográficos en los que él mismo aparece como un personaje, fotografías de carácter sexual y links de vídeos en los que usa un lenguaje soez. Sobre ese material, Pajares insiste en dos ideas: primero, que ninguna de esas piezas las ha elaborado él mismo -algún texto asegura que está extraído de la obra del poeta galo Guillaume Apollinaire-; y segundo, que los textos y vídeos no son inadecuados para el correo comunitario. "Quería divertir, hace reír a la gente, usar la ironía", insiste en varias ocasiones el funcionario, contrario al "lenguaje políticamente correcto" cuando busca "satirizar". "No es delito que use a autores. La universidad debe ser un ámbito de libre expresión", zanja Pajares. "El canal es adecuado para emitir cualquier tipo de manifestación cultural", señala.

El funcionario niega en cualquier caso que los textos, imágenes o vídeos que compartió a través del correo puedan calificarse de pornográficos. Una de las fotografías es una portada de la revista Mongolia de diciembre de 2013 ilustrada con un fotomontaje que muestra a la infanta Elena desnuda. Otra es el cartel diseñado por el polémico fotógrafo David LaChapelle para la Life Ball por los afectados del VIH del año pasado. En la imagen se ve a la transexual Carmen Carrera completamente desnuda en un montaje inspirado en la pintura El Jardín de las delicias, del Bosco. "En Australia la ultraderecha montó un escándalo por ello", apunta.

Sobre los vídeos en los que aparece vestido de cura y empleando un lenguaje soez, Pajares asegura que están inspirados en otros del actor César Sarachu: "El guión, la estética y la puesta en escena son las mismas". Tampoco los relatos de contenido explícitamente sexual son de su cosecha. El funcionario sostiene que son pasajes de la novela Un huevo para un capricho sexual, de Julio Alonso. "Transcribo literalmente capítulos en los que yo soy un personaje que mantiene relaciones sexuales", comenta.

Después de hacerse pública la demanda, Pajares asegura haber recibido el apoyo de varios compañeros, entre ellos el de feministas destacadas. "No fue mi intención atacar o herir a las mujeres. Soy feminista y quiero una igualdad material, no solo formal", abunda el funcionario, que ejerce como jefe de sección de contratación. El próximo martes la Universidad deberá acudir a una vista en el juzgado por este caso.