Son únicos, exclusivos de un determinado territorio y, en la actualidad, no pueden observarse en ningún otro rincón del mundo. Se trata de los bautizados como endemismos, especies de fauna y flora que debido a factores climáticos extremos como las glaciaciones o a vivir en hábitats aislados del contorno sólo están presentes en un área geográfica muy concreta. La Consellería de Medio Ambiente contabiliza un total de 27 especies endémicas en la comunidad gallega, de las que la mayoría son plantas (19). "Galicia cuenta con ambientes extremos como las montañas, las dunas, el litoral o las rocas ultrabásicas que conllevan una vegetación muy característica y esto hace que la proporción de endemismos sea relativamente elevada aunque no tanta como la que hay en las islas Baleares o en Canarias ", explica el profesor de Botánica de la facultad de Ciencias de A Coruña Javier Cremades.

Los expertos reconocen que el término endemismo es muy subjetivo ya que el área geográfica que abarque puede acotarse todo lo que se quiera. Por ello, en el listado que la Xunta de organismos endémicos hay especies que únicamente pueden encontrarse en la comunidad gallega o en zonas muy concretas de algunas provincias, pero también otras que viven en todo el noroeste español. Convertirse en endemismo depende además de varios factores. "Normalmente son especies que sufren cierto aislamiento bien por motivos geográficos, por ejemplo, las especies de una isla o están en zonas extremas (un desierto, un acantilado, una cumbre), lo que hace que no tengan capacidad para reproducirse y distribuirse en otros lugares", señala Cremades, quien explica que este es el motivo de que haya más endemismos entre la flora que entre los animales. "Las plantas no pueden moverse", recuerda.

Dentro de Galicia, A Coruña es una zona privilegiada ya que puede presumir de contar con varios endemismos propios. Es el caso de la festuca brigantina -planta perenne de espigas con hasta media docena de flores que crece en las fisuras y las zonas pedregosas de los acantilados- y que sólo puede observarse en los afloramientos ultrabásicos de A Capelada o en la zona de Moeche; la centaurea borjae -planta con flor rosada-púrpura que vive en la parte superior de los acantilados, en zonas muy venteadas- y que únicamente se conserva en la costa Ártabra y la zona desde A Capelada hasta cabo Prior; o la omphalodes littoralis gallaecica -planta de flores blancas que vive en dunas semifijas- cuyas últimas poblaciones pueden observarse en el área norte de Ferrol, A Costa da Morte y Barbanza. A ellas hay que unir otros endemismos presentes en la provincia coruñesa aunque también en otras zonas del noroeste ibérico como la herba becerra -una planta perenne con tallo de hasta 80 centímetros y flor púrpura que crece en los sistemas dunares o acantilados- y que en Galicia sólo reside en la zona de Ferrol a Cedeira. El listado de plantas endémicas de la comunidad se completa con otras como las conocidas como paxariños amarelos o arbustos como el rhamnus pumila o el genista ancistrocarpa.

Pese a que las plantas son mayoría, la Xunta también incluye especies de fauna endémicas aunque casi todas son animales que se pueden encontrar en el resto del noroeste español. Es el caso de la rana roja -muy abundante en el centro de las provincias de A Coruña y Lugo-, la escribenta das canaveiras, un ave endémica de la península Ibérica que vive en zonas húmedas costeras o el caracol de Quimper, un animal extinguido en Francia y que se distribuye por toda la cornisa cantábrica. El sapito pinto, la lesma, la lagartija leonesa y el esgonzo ibérico completan un listado que encabeza la saramaganta, una especie de salamandra gallega. "Es una joya del patrimonio natural gallego. Es una especie rara y singular, representante de la naturaleza ascentral de Galicia: los bosques densos y húmedos", explican en Medio Ambiente.

Pero la importancia de ser una tierra rica en endemismos -"es algo positivo porque indica biodiversidad y porque en el caso de las plantas, por ejemplo, revelan también la historia de Galicia, una tierra geológicamente muy antigua, que dejó de estar bajo el agua mucho antes que otras zonas", indica Cremades-, choca con la realidad: la mayoría de las especies catalogadas bajo la etiqueta de endemismos están en peligro de extinción o son vulnerables, es decir, viven en condiciones adversas que de no modificarse afectará a su supervivencia. De los 27 endemismos gallegos, 16 están en peligro de extinción, siete vulnerables y solo cuatro no presentan problemas.

Pese a que múltiples factores influyen en que una especie esté en riesgo de extinción, los expertos recuerdan que la mano del hombre suele estar detrás. "Las plantas se mantienen por sí solas. Un ejemplo son los helechos del Terciario que hay en las Fragas. Pero el problema es cuando se destruye el hábitat, se cortan árboles o se cambian por otros, por ejemplo", explica Cremades, quien reconoce que el cambio climático más que hacer desaparecer especies, hace que se desplacen de lugar.