El papa Francisco abrirá hoy la puerta santa de la Basílica de San Pedro, para dar comienzo al año jubilar de la Misericordia, que concluirá el 20 de noviembre de 2016. Este Jubileo está marcado por las fuertes medidas de seguridad adoptadas en Roma tras los atentados del 13 de noviembre en París, así como por las novedades introducidas por el Pontífice, como la absolución del pecado del aborto y la concesión de la indulgencia plenaria a los presos.

El Papa pretende que este Jubileo esté dedicado a la Misericordia y, por ello, ha dado la facultad a todos los sacerdotes de que absuelvan "el pecado de aborto" sin necesidad de que haya un permiso previo del obispo de la diócesis. Persigue con esta medida que cualquier Iglesia local sea un refugio, un hospital de campaña que acoja a estas personas heridas en el camino de la vida.

"Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa", detalla Francisco en la bula papal.

Este documento, titulado Misericordia Vultuosa (el rostro de la misericordia) y dirigido al presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, monseñor Rin Fisichella, es considerado por algunos expertos vaticanistas como una exhortación apostólica en la que el Papa indica cuál debe ser el fin de este Jubileo de la Misericordia y expresa la esencia de su pontificado.

El Papa establece que "el perdón de Dios no se puede negar a nadie" y pide a los curas que se preparen "para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico perdón del Padre". Para los católicos, el aborto es un pecado grave que comporta excomunión y sólo puede ser absuelto bajo órdenes de un obispo o del Papa.