El otro día leí un estudio que aseguraba que la mitad de los políticos sufren malas prácticas en internet. La verdad es que no sé si estaba muy bien documentado, pero supongo que tampoco andará muy desencaminado. Para los que ven el vaso medio vacío la mitad será una cifra muy elevada, pero para los que lo ven medio lleno todavía hay un 50% que se salva de la ira 2.0.

No nos ponemos de acuerdo con el número de políticos que hay en España. Unos aseguran que son 400.000. Otros rebajan la cifra a 150.000. De todas formas, que la mitad de ellos -sea cuál sea el número que cojamos- reciba en internet y en las redes sociales malas prácticas (insultos, videos en los que se les ridiculiza, acoso?) es para mirárselo.

Desde que los políticos (o sus asesores) se enteraron un día de que Barack Obama había ganado las elecciones presidenciales de 2008 en las redes sociales, la gran mayoría de ellos se ha abrazado a Facebook o Twitter como sino hubiera mañana, pero con diferente suerte.

Casi todos usan las redes sociales como un altavoz de sus proclamas políticas y olvidan que son una forma de comunicación bidireccional en la que responder al interlocutor (en este caso los fans o los followers) es igual de importante que emitir su mensaje. Muchos pensarán que un político no puede estar todo el día interactuando con sus seguidores. Y hasta es comprensible. Pero es como el que abre una tienda y no atiende a sus clientes. Para eso es mejor cerrarla.

Los hay -cada vez menos- que solo aparecen por las redes sociales cuando hay campaña y vuelven a desaparecer hasta las próximas elecciones. Esta táctica la solían utilizar hace un par de años. Ahora cuidan más las formas, aunque todavía queda alguno de la vieja escuela.

La presencia de los políticos en las redes sociales está ahora mucho más profesionalizada. Los hay que cuentan con un equipo para manejar de forma exclusiva su presencia online, mientras otros optan por actuar de forma directa. Lo que sí ha producido esa profesionalización de la política en las redes sociales es que ahora ya no meten tanto la pata como antes. Y ahí sí que se ha perdido la gracia. Ya no nos divertimos tanto como antes.

Como cuando a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se le escapó un tuit con los resultados del juego Bubble Shooter Adventures. Lo borró y dijo que había sido una "travesura infantil". Ay, los niños. Los niños, los becarios y los hackers son casi siempre los culpables de las meteduras de pata de los políticos en las redes sociales. Estos últimos también entraron en la cuenta del PSOE y pusieron un tuit no muy afortunado. ¿Solo uno? Pues vaya hackers.

Sonado también fue el tuit de la exnúmero 2 del PSOE, Elena Valenciano, que se mofaba de la cara del jugador francés de fútbol Frank Ribery. La cicatriz que luce se debe a un accidente.

El que más alegraba Twitter era Toni Cantó, que, por ejemplo, aseguró que "la mayoría de las denuncias por violencia de género son falsas", realizó una imitación muy poco afortunada de Mariano Rajoy o anunció la muerte de Albert Hofmann, descubridor del LSD, cinco años después de que ocurriera.

Está claro, y con la que está cayendo, que ser político en la era de internet y las redes sociales no es fácil. Pero ya se lo cantaban a un torero en un pasodoble en los años 40: "Manolete, si no sabes torear pa'que te metes".