Aunque uno de cada tres españoles padecerá cáncer en algún momento de su vida, hay quien todavía cree que esa dolencia es a la bata blanca lo que la persona al espejo: una imagen que se refleja pero nunca se queda. Se ve, se trata, pero no se tiene. Nada más lejos de la realidad. Los testimonios que acompañan a este texto dan buena cuenta de ello. Reúnen las dos caras de un binomio que, con frecuencia, aparecen enfrentadas: la de médico y paciente. ¿Cómo se afronta la enfermedad que uno se ha dedicado a curar y tratar a lo largo de toda su carrera profesional?

La responsable de la Unidad de Calidad del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, Berta Candia, tuvo que "resetear" su mundo hace tres años cuando le detectaron un cáncer de mama. "Sentirse acompañada" durante todo el proceso fue, para ella, "fundamental". Reconoce que su vida "ha cambiado", que ahora también es una paciente, y que "siempre" lo va a ser, aunque eso no la va "a limitar". "Lo mejor que puedo hacer por mi día a día es vivir", remarca.

A Rosa Fernández, coordinadora de Enfermería del Centro Oncológico de Galicia, le diagnosticaron en 2013 cáncer de ovario, la misma enfermedad que se llevó a su madre cuando ella apenas superaba la veintena. Tuvo que colgar la bata blanca durante un año para recibir tratamiento. Ya recuperada, comparte su experiencia con otros enfermos, "para que vean que se puede salir adelante".

Palmira Ric, psicóloga durante más de dos décadas de la Junta Provincial de la Asociación contra el Cáncer en A Coruña, dejó a un lado su faceta profesional para ser "solo una hija más" cuando el cáncer golpeó a su madre. "Aprendí que cada persona afronta las cosas de manera diferente, incluso en el seno de una misma familia, y que cuando uno sufre, no todo es blanco o negro, hay muchos matices", señala.

A la oncóloga María Veiras, hija del doctor Camilo Veiras, impulsor del Centro Oncológico de Galicia, la enfermedad de su padre también le enseñó una doble lección "que no se aprende en los libros": a ponerse en el lugar del paciente, y a "relativizar". "La vida es para disfrutarla porque nunca sabes qué te va a pasar mañana", subraya.

Las cuatro saben lo que es navegar en las dos orillas del cáncer.