Cuestiones que pueden parecer aleatorias como el hecho de haber incorporado un día extra al calendario precisamente en el mes de febrero „y no en otro„ y el porqué del nombre "bisiesto" son algunos de los aspectos que aclara el antropólogo gallego Manuel Mandianes.

Año bisiesto es una expresión que deriva del latín bis sextus dies ante calendas martii [el sexto día antes del primer día del mes de marzo] y que correspondía a un día extra intercalado entre el 23 y el 24 de febrero por Julio César. En el calendario gregoriano posterior y hecho por el papa Gregorio XIII, este día extra se colocó al final de mes, es decir, el 29 de febrero. Pero el 24 de febrero era el sexto día antes de las calendas (primer día del mes) de marzo. Los romanos no contaban los días del mes del 1 al 31, sino que tomaban tres fechas de referencia: calendas, nonas e idus.

Se sumó un día en febrero porque era una especie de amalgama de actos y fiestas en el que cabía lo bueno y malo. "El calendario romano no tenía día 29, sino 28 bis. Los días pares en Roma estaban dedicados a los espíritus malignos y los impares, a los buenos. Así que, si se añadía un día más „29, impar„ y por tanto dedicado a los espíritus buenos, podrían ofenderse los malos y causar daños al Imperio", dice Mandianes. "A los nacidos el 28 bis se les miraba con cierto recelo porque se les suponía poderes especiales por haber nacido en tiempo de kairós, como ocurrió en otras épocas con los niños albinos o el martes y 13", señala.