Con sólo 11 años fue víctima de una violación, algo que guardó en secreto durante mucho tiempo y que la minó por dentro. Marcada y condicionada durante años por esta agresión, Leticia Martínez no sólo ha logrado superar este episodio de su vida sino que reconoce que esta experiencia dramática le ha servido para "fortalecerse". Esta joven, de 32 años, tiene claro que los traumas "se pueden superar" y ella es todo un ejemplo. "Hoy puedo decir que soy feliz", señalaba ayer, en la Fundación María José Jove de A Coruña esta joven que hoy será una de las ponentes del Congreso Lo que de Verdad Importa que se celebra en Palexco. Con el objetivo de fomentar valores como el "esfuerzo" o "la superación" entre los jóvenes, el Congreso también contará con la presencia de Carmen Cordón, hija de Publio Cordón, empresario secuestrado en 1995, y del deportista Toñejo Rodríguez que tras quedarse parapléjico logró ser campeón de España en moto de agua y batir varios récords.

-¿Qué cambios experimentó tras sufrir una agresión sexual con solo once años?

-La verdad es que yo ya era una niña muy acomplejada, con baja autoestima, mi entorno me hacía sentir que no servía para nada, que era una inútil así que no hubo un antes y un después a la agresión, sino que ésta hizo más profunda la herida en la autoestima.

-Ocultó lo que había sucedido, ¿por qué?

-No supe reaccionar, como otras víctimas quizás era una mezcla entre sentir culpabilidad, aunque no la tenemos, vergüenza... y esto hizo que primero lo ocultase y automáticamente me olvidase de ello durante años. Quizás es un mecanismo de defensa o de supervivencia del ser humano pero durante unos diez años olvidé lo ocurrido. Si alguien me hubiese dicho lo que había pasado, lo habría negado, no recordaba nada.

-Asegura, sin embargo, que silenciar lo ocurrido sólo consiguió alargar el dolor...

-Sí, la agresión hace daño, pero el silencio lo perpetúa y acentúa. Durante años viví una constante huida de mí misma a que ahora con perspectiva sabemos que era debido. La violencia vivida durante la niñez hizo que yo misma me tratase con odio, con dureza. Somatizas todo lo ocurrido, buscas otras realidades... Eso me llevó a entrar en un convento de clausura tres años o a cambiar varias veces de ciudad.

-¿En que momento se produjo el clic que le hizo asumir lo ocurrido e intentar superarlo?

-Tardé unos diez años en recordar lo ocurrido y el primer recuerdo fue algo muy superficial, no una imagen nítida. Poco después, una noche me llegó la imagen con total nitidez y volví a experimentar todo y entendí hasta que punto me había condicionado. Ahí tomé la decisión de que había que enfrentarse e intentar solucionarlo.

-Lo logró en parte gracias a la escritura...

-Sí, siempre me gustó la escritura y tras acudir al especialista comencé a hacer textos con mis reflexiones terapéuticas, era una manera de poder expresar lo que me ocurría.

-Reflexiones que ahora forman parte del libro Viaje al centro del corazón. ¿Cual era el objetivo de esta publicación, que otras víctimas tengan un apoyo que usted no recibió?

-Nunca los escribí pensando en que podrían ser publicados, pero una amigo me insistió durante mucho tiempo en que esto podría ayudar a otras mujeres. Tuve mis dudas porque eran cosas muy íntimas, me exponía muy vulnerable, pero finalmente me animé y creo que me hizo más fuerte y hay gente que me dice que le ha ayudado. Yo pasé muchos años de depresión, de rechazo de una misma, sí eché en falta a alguien a mi lado que me explicase que es posible darle la vuelta a esta experiencia y lograr una vida maravillosa y feliz.

-Con su experiencia, ¿qué consejos da a otras víctimas para que no caigan en los mismos errores?

-Cada una hace lo que puede y es cierto que ver las cosas de forma negativa o somatizar es inevitable muchas veces, pero les aconsejo que lo hablen con alguien. La violencia sexual todavía es un tema tabú en esta sociedad, pero les animo a buscar un entorno de seguridad para contarlo y después pedir ayudar psicológica.

-¿Cree que hay todavía cierta vergüenza a denunciar estas agresiones?

-Todavía queda mucho por hacer. Se estima que una de cada cinco mujeres sufren agresiones sexuales y no se hacen públicos tantos casos muchas veces por vergüenza, creerse culpables...

-Pero hoy transmitirá que es posible superarlo.

-Sí, un trauma se puede superar. Es cierto que surgen miedos, que produce ciertos bloqueos a nivel sexual, te hace sentir inferior, te dificulta a la hora de relacionarte pero todo esto se trabaja y se supera. Hay que transmitir que es posible darle la vuelta a la situación y ser feliz.