Asegura que problemas de apego con los padres o traumas infantiles están detrás de algunos trastornos de alimentación como la anorexia o la bulimia. Tiene claro que si no se encuentra el verdadero origen del trastorno se complica el abordaje de la patología y por ello, la psicóloga ferrolana Natalia Seijo -especializada en trauma complejo, disociación y trastornos alimenticios- recorre todo el país e incluso acude al extranjero para explicar a colegas de profesión cómo tratar a estos pacientes. "Cuando una persona no sabe canalizar sus emociones, muchas veces lo hace a través de la comida", sostiene Seijo que hace unos días dio una charla formativa a expertos gallegos en una jornada organizada por el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

-¿Cómo influye un trauma infantil en el desarrollo de un trastorno de alimentación?

-Hay muchos factores que influyen para sufrir este tipo de trastornos, tienen muchos orígenes pero una base importante es el tema del apego o el llamado drama oculto, traumas invisibles como pueden ser ciertas miradas de los padres, contradicción entre los mensajes que envían a sus hijos, cambios de humor constantes... Son cosas que pasan desapercibidas, pero que si se repiten con frecuencia generan la creencia en el niño de que él no es importante, de que está solo...

-Cuando habla de traumas no se trata entonces de sucesos dramáticos...

-En psicología diferenciamos dos tipos de trauma, los de 'p' minúscula y 'P' mayúscula. Estos últimos son eventos traumáticos como abusos sexuales, por ejemplo, pero los traumas invisibles que corresponderían al primer tipo también dejan huella y poco a poco se pueden ir convirtiendo en un trauma del segundo tipo.

-¿Y cómo afectan estas vivencias a la relación con la comida?

-Todos necesitamos lo que se llama una base segura, algo que nos regula por dentro, nos aporta seguridad. En la infancia, por ejemplo, suele ser nuestra madre. De adultos es algo dentro de nosotros que nos aporta seguridad, nos indica que todo está bien. Cuando alguien no la tiene, no controla su vida interior busca algo para conseguirlo y a veces lo hacen a través del control de la comida. Muchas veces si una persona no sabe cómo canalizar sus emociones, si está aburrido, deprimido, come para tapar esa sensación.

-Pero en el caso de la anorexia ocurre al revés, dejan de comer.

-Lo que ocurre con los anoréxicos es el apego evitativo, es decir, evitan el contacto emocional y del mismo modo evitan la comida.

-¿La culpa, por tanto, recae en las familias y el trato que dieron a sus hijos en la infancia?

-No, no se puede culpabilizar a las familias porque además todos tenemos nuestras cosas, si tiramos de la cuerda de esa madre igual también encontramos problema de apego. En los trastornos de alimentación incluyen muchos factores, algunos biosociales pero también de la familia. Si una madre le da mucha importancia al peso, a la parte física puede contribuir a que su hijo sufra un trastorno de este tipo y ocurre también con la obesidad, de una madre cebadora que expresa su amor mediante una alimentación, que ve que nunca es suficiente, puede derivar un hijo obeso.

-¿Cómo se aborda un caso de anorexia con un trauma infantil como origen?

-Tenemos que ir poco a poco como si fuéramos del exterior al interior. Lo primero es regular el tema de la comida, trabajar también con las familias y poco a poco con el paciente porque al principio les cuesta abrirse y podemos tardar meses o años en llegar al verdadero origen, al trauma.

-¿Han aumentado los trastornos de alimentación en los últimos años?

-Notamos un repunte de casos de anorexia. Hace 15 o 20 años hubo una alta incidencia, después se registró un parón y ahora vuelven a repuntar los casos.

-¿Cuál es el trastorno de la alimentación es más frecuente?

-Ahora mismo el trastorno de alimentación que más aumenta es el trastorno por atracón que afecta por igual a hombres y mujeres.

-¿Ha bajado la edad de los pacientes?

-Sí cada vez vemos más casos de niños con trastornos de la alimentación.