La misión europea Rosetta concluyó ayer con el impacto controlado de la sonda sobre la superficie del cometa 67P Churyumov-Gerasimenko, pero todavía hay que analizar muchos de los datos que ha suministrado y que ayudarán a entender la formación del Sistema Solar.

La Agencia Espacial Europea (ESA) informó ayer desde su centro de control de operaciones en Darmstadt, en Alemania, de que la confirmación del final de la misión llegó a las 11.19 horas GMT, cuando dejó de recibir la señal de Rosetta.

Previamente, Rosetta había tocado la superficie del cometa 67P Churyumov-Gerasimenko a las 10.39 horas GMT a una velocidad de 3,2 kilómetros por hora y mandó datos durante 40 minutos más.

Los científicos prevén que antes de apagarse, haya rebotado en la superficie del cometa como hizo el módulo Philae pero ahora no será posible saber dónde se encuentra porque se interrumpió la comunicación. Se estima que haya impactado sobre una región de fosas activas en la cabeza del cometa 67P, una mole de hielo, piedra y polvo de 10.000 millones de toneladas y un volumen de 25 kilómetros cúbicos. Es el final de la misión Rosetta, que comenzó en 2004, y recorrió 6.400 millones de kilómetros hasta llegar al cometa en agosto de 2014.

"La misión ha sido fantástica tecnológicamente, nadie había aterrizado hasta ahora en un cometa como lo hicimos hace casi dos año y científicamente hay una gran cantidad de datos que van a ayudar a entender cómo se ha formado el Sistema Solar", según el director adjunto del centro de control de operaciones de ESA, Juan Miró.

En su viaje por el Sistema Solar hasta el cometa, Rosetta, que debe su nombre a la piedra que permitió descifrar el lenguaje jeroglífico de los egipcios, recibió el impulso gravitatorio de la Tierra y Marte porque no existe un cohete lanzador capaz de enviar la sonda directamente hasta el cometa. "Ha habido varios logros, primero hemos tenido un satélite muy robusto en órbita durante 12 años en un entorno muy agresivo y ha funcionado perfectamente", argumentó Miró. "También poder encontrar el cometa a 500 millones de kilómetros de distancia y a una velocidad entre 50.000 y 100.000 kilómetros por hora. Hemos conseguido, a los 10 años, acercarnos al cometa y entrar en su órbita, algo que requiere unos cálculos muy precisos, que se han hecho en el centro de control de operaciones".

El pequeño laboratorio Philae aterrizó en la superficie del cometa en noviembre de 2014 y estudió su composición porque los cometas son los cuerpos celestes más antiguos del Universo y se considera que pudieron haber contribuido a la aparición de la vida en la Tierra en el momento de la gran explosión.

Se descarta que los cometas hayan traído el agua a la Tierra pero, añadió Miró, "se ha visto que el cometa tiene gas argón, que es uno de los componentes de la atmósfera de la Tierra y que posiblemente haya venido a través de colisiones con cometas". Asimismo Miró destacó la cooperación internacional de más de 50 empresas de catorce países de Europa.