Los amantes de las setas deberán esperar este año para disfrutar de este manjar otoñal. La falta de lluvias en los últimos meses -este verano fue el más seco en Galicia desde 1981- hace que a estas alturas apenas se vean hongos en los montes gallegos y que el inicio de la temporada se retrase más de lo esperado. "Normalmente en verano ya hay algún boletus o cantharellus y de momento no han salido. Va todo con mucho retraso", señala José Manuel del Río, de la Asociación Micolóxica Andoa de Cambre. "La temporada suele empezar a mediados de septiembre, cuando salen especies muy sabrosas, pero de momento no hay nada, está todo muy seco", añade Carlos Álvarez, de la Federación Galega de Micoloxía.

Octubre es el mes setero por excelencia y los aficionados esperan que suponga el pistoletazo de salida para la temporada de este año. Eso sí, todo depende del tiempo. "La mayoría de setas necesitan que llueva para que exista cierto grado de humedad en la tierra y un bajón de las temperaturas, que aparezcan los frescores nocturnos o xeadas", explica Álvarez. "De momento es un otoño bastante seco, pero a nada que llueva comenzarán a aparecer setas; prevemos que en octubre ya comiencen a salir", añade Del Río. Por ello, la Asociación Andoa organiza salidas al monte para recoger cogumelos desde el 8 de octubre. En otras entidades, como la Asociación Cantarela de Vilagarcía de Arousa, han decidido aplazar este tipo de actividades para adecuarse a los cambios en el inicio de temporada. "Retrasamos las salidas una semana porque ya el año pasado ocurrió algo parecido", explica su presidente, Carlos Álvarez.

Los aficionados aseguran que Galicia es una tierra rica en setas aunque no siempre el monte está en las mejores condiciones para recogerlas. "Hay una gran cantidad de especies pero aquí el 90% del monte es de propiedad privada y no siempre está bien, es frecuente que exista mucha maleza, algo que no ocurre por ejemplo en otras zonas como Segovia, por ejemplo", indican desde la Federación Galega de Micoloxía. "Además suele haber mezcla de árboles que no es lo más adecuado para las setas como pinos con acacias, por ejemplo", indica Carlos Álvarez, quien resalta cómo una especie foránea como los eucaliptos puede convertirse en aliada de las setas o en uno de sus enemigos. "Si se cortan para su explotación muy jóvenes son negativos para las setas, pero en el caso de que se dejen crecer unos 25 o 30 años crean una especie de sotobosque que favorecerá la aparición de muchas setas", explica.

Las especies más habituales en los montes gallegos varían en función de la zona. "En los alrededores de A Coruña las más frecuentes son los agaricos, las lepiotas proceras o los cantharillus cibarius", explica José Manuel del Río, de la Asociación Andoa. "Ya si nos vamos más a la montaña, a la zona de Cerceda aparecen los boletus edulis, una de las más apreciadas", añade. El tipo de arboleda o estar cerca de la costa también influyen en los hongos. "En los pinares son habituales los cantharellus o las lactarius y en donde hay carballos es más frecuente los boletus edulis", indica Álvarez. Ya en la costa, como en la zona de Xaviña (Camariñas), también hay setas, "pero de otro tipo", indica Del Río, quien reconoce que las más preciadas se encuentran "hacia el interior".

Desde la Federación Galega de Micoloxía reconocen que cada año hay más interesados en el mundo de las setas en la comunidad gallega aunque más por una cuestión gastronómica que por verdadero interés por su estudio. "La gente suele interesarse por las actividades, las salidas y conocer cuatro o cinco especies para su consumo, pero es difícil encontrar gente que quiera un conocimiento más profundo, un estudio de la setas y es un campo en continua actualización, que precisa de formarse constantemente. Igual la seta que nosotros llamamos de un modo ha cambiado tres o cuatro veces de nombre en los últimos 30 años", explica Álvarez.

Para quienes se inician en el mundo de los cogumelos, las asociaciones micológicas dan una serie de recomendaciones. La regla básica de todo principiante debe ser no salir nunca a recoger setas solo al monte o al menos no consumirlas sin que un experto haya confirmado que no son venenosas. "Lo ideal es que se informen en alguna asociación y reciban una formación básica antes de salir al monte", indican desde la Asociación Andoa de Cambre, donde ofrecen un servicio gratuito de reconocimiento de setas cada tarde de los lunes de octubre a noviembre. "Así les indicamos cuáles son comestibles y cuáles no", sostiene. "Hay que recibir el asesoramiento de un experto. Ir con un libro no sirve porque igual necesitas ver siete u ocho para identificar una especie", añade Carlos Álvarez, quien deja claro que ante la menor duda, "las setas se tiran, no se consumen".

A la hora de recogerlas también hay que seguir una serie de buenas prácticas. "Está prohibido por ley recoger con bolsas de plástico, debe hacerse con cestas de mimbre para que las setas no se pudran y sobre todo porque de este modo las esporas caen al suelo y favorece que el próximo año vuelva a haber más setas", indican en Andoa, donde dejan claro que también es importante "arrancar y no cortar" la seta. "Para su identificación es adecuado arrancarla entera porque si la cortamos por la base dejamos en la tierra una parte importante que puede servir para saber si es una especie tóxica o no", añaden en la Federación Galega de Micoloxía. No dar patadas a otros ejemplares y limpiar las setas en el propio monte para favorecer la aparición el próximo año, otras de las claves para disfrutar del manjar otoñal sin renunciar a preservar el medio.