Vestido con el tradicional traje gris y su sombrero borsalino, que siempre le ha acompañado, Leonard Cohen salió ante las 20.000 personas que asistieron al concierto que dio en 2009 en Vigo. Esa actuación y otra al año siguiente en el escenario Paco Paz en Ourense resumen su paso por Galicia ante 4.000 seguidores. "Lo recuerdo como el mejor concierto de mi vida", rememora el escritor Antonio Teijeiro, que señala que "después de Bob Dylan" considera al canadiense como "el mayor cantautor que ha habido". Cohen no decepcionó. Las entradas se vendieron en cuatro días y él a cambio ofreció un repertorio de 25 canciones. Tres horas de música en las que apenas pronuncio un "muchas gracias" en español y que arrancaron con Dance me to the end of love.

El escritor destaca que es uno de esos pocos músicos cuyo arte se equilibra entre la poesía y la música y al que no se le puede negar que la pluma también es parte de su profesión: "Tuvo una vida austera, motivada por la literatura que para él era importantísima".

El músico Roi Casal explica que lo escuchaba a menudo en su etapa universitaria, pero "más que una canción" -dice- "recuerdo su voz, su personalidad independiente".

Admiraba de él el haberse mantenido "integro, noble" como músico porque "cuando estás en este mundo a veces mantener no es tan fácil como parece". También remarca su "singularidad" pues, como recuerda Casal, "pocos se meten un año a vivir como un monje", lo que Cohen hizo poco antes de su primer concierto en Galicia donde presentó el que era su último álbum, Live in London, después de un parón de varios años.