Leer es un ejercicio tan indispensable como hacer deporte. Cuando leemos, las neuronas coaumentan su actividad y comienzan a ejercitarse. De esta manera, se ponen en forma y previenen la aparición de la demencia, mejoran la capacidad de concentración del individuo e incluso desarrollan una mayor estrategia social.

"Cuando lees la información entra por la vista y se activan una serie de circuitos que hacen que se quede grabada en redes neuronales, lo que hace que la estructura interior del cerebro sea más intrincada", explica el vicepresidente de la Sociedad Galega de Neuroloxía, el gallego José Ramón Lorenzo.

Leer genera nuevas conexiones que, como señala el doctor, "se lo ponen difícil a la enfermedad" . Cuando la demencia aparece la información no puede ser procesada porque se cortan los canales por los circula; sin embargo, si las neuronas han creado redes nuevas, se ha trabajado en la reserva cognitiva, solventan un corte yendo por otro canal.

Hace ya dos décadas, Alexandre Castro Caldas, actual Director do Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Portuguesa, comprobó que la lectura podría tener incluso una repercusión anatómica en el cerebro: las fibras nerviosas que unen ambos hemisferios son más gruesas en los lectores habituales, según un estudio en el que comprobó que los analfabetos también identifican peor las palabras cuando las oyen.

El éxito académico también pude depender del nivel lector. Varios estudios han demostrado que aquellos alumnos que obtienen mejores notas poseen más habilidades de compresión de textos y expresión. El fracaso escolar -cuando las circunstancias personales y familiares del niño son estables- está muy relacionado con una falta de herramientas para el análisis de textos y la poca capacidad de concentración, otra capacidad que se estimula con la lectura.

La sociedad lee más que nunca, sea en soporte físico o digital, libros, prensa, tratados o revistas. "Cada uno lee como quiere y se siente cómodo, lo importa es leer", sentencia Lorenzo; sin embargo, advierte que "no vale leer de cualquier manera, hay que enterarse de lo que se ha leído sino no sirve para nada". Las nuevas tecnologías han propiciado una lectura rápida e intermitente que no siempre es efectiva. El doctor considera que se pierda concentración en la lectura porque "voy dispuesto a leer de cualquier manera". Recomienda que la lectura sea con la concentración puesta en el texto, sin importar tanto qué se está leyendo sino cómo se está haciendo. "Si creas una rutina reposada, la aplicarás a otras cosas; si lo haces manga por hombro, así harás otras actividades".

Las novelas y otras literaturas también han demostrado que ayudan a los individuos a ser más empáticos y mostrar más habilidades sociales. Aprenden a interpretar situaciones y sentimientos y conocen más estrategias para saber resolverlas. Además, los lectores son más felices. La Universidad de Roma III publicó en 2015 un estudio sobre el índice de felicidad de los lectores. Los resultados arrojaron que su índice era de 7,44, mientras que el de los no lectores bajaba a 7,21. "Una diferencia aparentemente limitada, pero en realidad estadísticamente muy significativa", señalan en el informe. De hecho, en cuestión de bienestar se distancian todavía más 7,12 contra 6,92.