1987 iba a ser un buen año para Peter Tosh. Acababa de editar un nuevo álbum tras varios años de silencio y planeaba una extensa gira mundial. En el disco, titulado No Nuclear War, el astro jamaicano no dejaba títere con cabeza, atacando con rudeza el colonialismo y la escalada armamentística que amenazaba al planeta. Además había abierto su paleta sonora para fusionar su roots reggae con los nuevos ritmos dancehall que arrasaban en la isla. Nadie dudaba que recuperaría el trono que dejó vacante su viejo amigo Bob Marley en 1983. Pero todo se truncó el 11 de septiembre.

Ese día, Tosh y algunos de sus colaboradores, incluyendo a su esposa y al mítico batería Carlton Santa Davis, se encontraban en el domicilio del vocalista ultimando los detalles del inminente tour. Tres individuos armados llamaron a la puerta, comandados por un tal Dennis Leppo Lobban, un expresidiario al que el artista había ayudado y dado cobijo poco antes. Querían dinero y no estaban dispuestos a marcharse sin una buena suma, pese a que Tosh les aseguró una y otra vez que no había nada en la casa. El atraco finalizó con una lluvia de balas y la muerte del legendario vocalista y dos de sus invitados.

Lobban fue apresado poco después y condenado a muerte, pena que le fue conmutada por una cadena perpetua que aún cumple. Los otros dos hombres nunca fueron arrestados. Un asesinato tan sangriento despertó muchas suspicacias y las teorías de la conspiración se han sucedido desde entonces. La más rocambolesca fue la ofrecida por BunnyLivingstone, compañero de Tosh y Marley en los primeros años de The Wailers. El músico culpa de todo a la viuda del autor de No Woman No Cry quien, cual Courtney Love caribeña, habría provocado el cáncer que acabó con su esposo mediante una materia radioactiva y, años más tarde, ordenaría el asesinato de Peter. El objetivo de estas supuestas tropelías sería controlar los derechos de los temas de la banda. Otras hipótesis menos turulatas apuntan directamente a la policía y el Gobierno jamaicano.

Porque Peter Tosh era una figura tremendamente incómoda para las autoridades de su país. Talentoso y carismático, centró su carrera en defender los derechos humanos y señalar con dedo acusador a los culpables de todo lo que consideraba injusto. Era agresivo e inconsciente, y no dudaba en jugarse el pellejo por decir exactamente lo que pensaba. Definirlo como cantante protesta sería simplificar una figura tan compleja y relevante.

Estos principios le llevaron a abandonar The Wailers en la cúspide de su éxito mundial, para iniciar su carrera en solitario. Rechazaba el papel protagonista que la compañía Island Records otorgaba a Bob Marley -a la sazón, un mulato más vendible al público occidental- dentro del conjunto. El propio Tosh declaró que no había nacido para "ser un corista". Había escrito combativas piezas para el grupo, como la anticolonialista 400 Years o la incendiaria soflama individualista No Sympathy, y siguió esa línea en sus primeros discos, superando artísticamente a su antigua banda con LegalizeIt y EqualRights. El conjunto de Tosh, comandado por los míticos Sly&Robbie, era una maquinaria perfectamente engrasada con un líder entre mesiánico y guerrillero. Marcus Garvey y el Che Guevara en un solo hombre.

Pero mientras Marley se convertía en la primera superestrella global surgida del tercer mundo, la carrera de Peter no acababa de despegar. Uno era visto como un adalid del pacifismo y el otro proyectaba una imagen de forajido. Si Marley era el Martin Luther King antillano, Tosh era Stagger Lee, el bandido rebelde que lideraba disturbios y rechazaba la autoridad de un mundo que necesitaba urgentemente una revolución. Esta reduccionista dicotomía se representó públicamente en el One Love Peace Concert, un recital masivo organizado por Bob en 1978, con el que pretendía reconciliar a los líderes políticos de una Jamaica en plena guerra civil.

Peter actuó justo antes que sus excompañeros The Wailers -en ese momento, ya Bob Marley &TheWailers- y no desaprovechó su oportunidad. Justo antes de interpretar su himno antiprohibicionista LegalizeIt, lanzó un furioso, humeante y divertido discurso que pasó a la historia. Porro en mano, atacó sin piedad a la élite política jamaicana allí presente llamándoles piratas, arengó al público para que se levantase contra el racista orden social de su país, criticó la brutalidad policial y defendió el derecho a consumir libremente marihuana. Y se quedó tan pancho. El respetable jaleó la intervención con constantes carcajadas y ovaciones, pero las autoridades tomaron buena nota de la osadía del espigado vocalista.

Pocos meses después, la policía se cobró su venganza: fue arrestado por posesión y sufrió una brutal paliza a manos de diez agentes, que dejó a Tosh con un brazo roto y graves heridas. Lejos de amedrentarlo, ese episodio le llevó a afianzarse más en sus posturas contestatarias. En esa época ya había fichado por la discográfica de los Rolling Stones y los había teloneado por Estados Unidos. "Cuando giremos por África, vosotros seréis mis teloneros", le dijo a Mick Jagger antes del tour.

Su fuerte carácter, agriado por las lesiones cerebrales sufridas en un accidente de coche en 1973 y su pantagruélico consumo de ganja, le llevó a acabar a la gresca con los Stones, con amenazas de degollamiento mutuo con Keith Richards incluidas. Gente de su entorno todavía desmiente esa imagen de un Tosh permanentemente malhumorado e iracundo que trascendió al inconsciente colectivo. Aunque lo comprometido de su obra sugiere que se trataba de un tipo implacable, cuyo violento final acabó por elevarle a la categoría de mito.

El jamaicano no fue ni el primer ni el último campeón de la música negra que acabó sus días bajo una lluvia de plomo. El propio Marley sobrevivió a un ataque con arma de fuego, y figuras tan influyentes como Sam Cooke y Marvin Gaye tuvieron sospechosos finales con olor a pólvora. En el mundo del rap la violencia se llevó por delante a, entre otros, Scott La Rock, Jam Master Jay y a dos de los más importantes rappers de los noventa, Notorious B.I.G. y Tupac Shakur.

La pobreza, las desigualdades sociales y el racismo que denunciaba Peter Tosh siguió cobrándose víctimas entre los creadores descendientes de esclavos, procedieran de un gueto de Kingston o un arrabal de Los Angeles. "El Gobierno odia el rap. ¿Sabéis por qué lo digo? Porque no arrestan a nadie que mata raperos -reflexionó el humorista afroamericano Chris Rock en uno de sus más célebres monólogos-. Tupac fue asesinado en Las Vegas después de un combate de Mike Tyson. ¿Cuántos testigos necesitan para arrestar a alguien? ¡Pero si el asesinato de Tupac fue visto por más gente que el último capítulo de Seinfeld! Si Billy Joel, Elton John y David Bowie fueran tiroteados, el Ejército tendría rodeada la casa de Bruce Springsteen".