Hace tres años que la pediatra Marta Carballal ocupa una plaza itinerante que le lleva a pasar consulta en dos localidades distintas cada día. A primera hora llega al ambulatorio de Cerceda, donde atiende a los pacientes hasta media mañana, cuando se traslada hasta Culleredo. Pese a que reconoce que "lo más racional" sería que este tipo de plazas se concentrasen en un centro de referencia y bien dotado, Carballal asegura sentirse "muy contenta" de tener una jornada laboral de ese tipo y considera que, como todo, tiene sus pros y sus contras.

El cupo de pacientes y la atención que puede darles es la principal ventaja de ser itinerante. "En Cerceda tengo unos 425 niños y en Culleredo, al ser itinerante, tengo menos que mis compañeros, sobre unos 380", indica esta pediatra, quien se alegra de no vivir la jornada diaria de pediatras de zonas urbanas que tienen cupos "con más de 1.600 niños". "Eso es una locura", indica esta pediatra, quien observa diferencias entre atender una zona urbana y una rural. "En la segunda el trato quizás es más cercano, más tranquilo", sostiene para alertar también de las desventajas de trabajar en un centro pequeño. "En Cerceda no tenemos un profesional de enfermería especializado en pediatría, algo que consideramos básico", sostiene esta pediatra, quien aboga por centralizar las plazas y que sean los pacientes quienes se desplacen. "No tiene sentido que haya pediatras que vayan a cuatro centros de salud, uno por día, porque los niños no se ponen enfermos un día", indica.

"Uno de los problemas de la situación actual, donde hay escasez de pediatras y los contratos son temporales es que se ha perdido el tiempo para la formación en educación para la salud, es decir, la labor de prevenir el niño obeso, de controlar al paciente con asma, etc... En centros pequeños no se puede hacer porque no hay personal suficiente y en los grandes, la gente cambia tan a menudo que es difícil hacer un equipo constante", indica.