Parece que nunca estamos contentos con lo que nos ocurre. Muchos se preocupan porque están gordos. Los menos, porque están delgados. Pero lo cierto es que son pocos los que se sienten bien con la imagen que el espejo refleja cuando se ponen delante. Lamentablemente, estamos sometidos a una intensísima presión social que genera ciertas necesidades en nuestra mente para adaptarnos a lo que se considera adecuado. Esta situación provoca una tensión difícil de asumir y que, en la mayoría de los casos, debería ser tratada por el médico, pues es el único capacitado para hacerlo.

La mayoría de personas desean estar más delgadas de lo que la báscula refleja y quieren perder ese peso excesivo rápidamente para poder adaptarse a las pautas sociales y resultar más atractivas a los demás y a sí mismas. Pero la realidad se impone: a medida que cumplimos años, y de manera general, resulta mucho más fácil engordar que adelgazar. Y no debemos realizar ninguna dieta salvaje sin control médico, porque esa solución momentánea generará problemas de salud que pueden llegar a ser graves.

Hace muchos años que los estudios demuestran que resulta complicado perder peso y que, por el contrario, es muy fácil aumentarlo siguiendo los patrones presentes en nuestra avanzada sociedad. El motivo fundamental sería que tenemos un acceso muy sencillo a alimentos insanos (poco saludables) y resulta complicado hacer ejercicio de manera habitual (por nuestro estilo de vida). Pero no puede ser una excusa a la que aferrarse para continuar con esos hábitos nocivos para la salud, no solo para la imagen.

La masa grasa es un componente fundamental que ejerce múltiples funciones imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestro organismo (aporta energía para el crecimiento, favorece la reproducción, nos ayuda a adaptarnos a las bajas temperaturas, mejora el sistema inmunológico, etc.) por lo que existe un "mecanismo metabólico" que no facilita su pérdida. Así se explicaría el hecho de que resulte mucho más fácil aumentar el peso que reducirlo, aunque realmente inciden numerosos factores que se alían para dificultar la disminución.

Son muchos los especialistas que consideran que vivimos afectados por factores ambientales obesogénicos en los que se combina la genética con todo lo que nos rodea y que favorecen el acúmulo de grasa y el consecuente aumento de peso. Quizás ahí encontremos la explicación de por qué son numerosas las personas de cualquier condición que señalan que "están siempre a dieta y no adelgazan". De hecho, la existencia de esos factores es una idea cada vez más extendida que ha llevado a los expertos a analizar la situación de una manera global para encontrar modelos específicos que la corrijan.

No es un tema que afecte a un núcleo concreto de población porque se observa en diferentes etapas de la vida, ambos sexos y pertenecientes a distintos estratos sociales. La prevención es fundamental, por lo que enseñar a los niños a comer y animarlos a hacer ejercicio habitualmente sería un primer paso muy importante para evitar problemas en el futuro. No resulta fácil porque la planificación de la dieta o la selección de actividades deben hacerse compatibles con la vida familiar y siempre resulta una tarea compleja. Consulta tus dudas al pediatra y sigue sus indicaciones, ya que el problema se considera importante en las sociedades avanzadas y está aumentando entre los más jóvenes. Un cambio de hábitos y una buena educación en salud proporcionan la base para evitar que las tasas de obesidad sigan elevándose de manera exponencial y se reduzcan los problemas de salud asociados a ella.

Es evidente que no se puede luchar contra la carga genética, pero no podemos utilizarlo como excusa para seguir con nuestros malos hábitos. Hacer más ejercicio y consumir alimentos saludables en el marco de una dieta equilibrada es fundamental para mejorar tu estado de salud y mantener tu peso en niveles adecuados.

Acude a tu médico para que pueda ayudarte a alcanzar tus objetivos de manera saludable. Plantéale lo que te preocupa y sigue sus indicaciones. Las dietas estrictas sin control están descartadas porque resultan nocivas para tu salud. Busca un experto que te realice un estudio personalizado y combina el ejercicio con una comida sana para darle la vuelta a la situación.