En 1976, cuando la democracia estaba todavía en pañales en España, la edad media a la maternidad de las gallegas era de 28,1 años. Dos décadas después, en 2014, esa media aritmética se había incrementado hasta los 32,5. Los datos de nacimientos no hacen más que constatar, ejercicio tras ejercicio, que las gallegas se lo piensan cada vez más a la hora de tener descendencia. En 2015, el 78,5% de los bebés que vinieron al mundo en Galicia lo hicieron de progenitoras que ya habían cumplido los 30 cuando una década antes estos nacimientos no llegaban al 64%. Y si se analizan son los partos de madres de 40 y más años, ya suponen casi uno de cada diez, cuando en 2005 eran el 3,6%.

Pero esos datos se refieren a la maternidad, en general, y pueden incluir al segundo, tercer o cuarto bebé de la progenitora, si se diera el caso. Donde queda más en evidencia el crecimiento imparable del número de gallegas que deciden retrasar la maternidad es al contabilizar las que dan a luz por primera vez cuando ya han soplado al menos 40 velas. Si se toman estas cifras desde que el Instituto Galego de Estatística las analiza, en 1996 -dos décadas atrás-, el aumento es espectacular. Si entonces se registraban un total de 82 primeros bebés de gallegas que ya habían dejado atrás la treintena, la última cifra del IGE, de 2015, los eleva ya a 879, diez veces más.

El grueso de esos bebés de madre primeriza se concentra en las mujeres de entre 40 y 44 años, que acaparan el 91% de los 879 nacimientos registrados en 2015. Pero en esas dos décadas, los recién nacidos de progenitoras de 45 a 49 años se multiplicaron por 14, desde 5 a 70, mientras que en los dos últimos años un total de 15 neonatos nacieron de una madre que ya había cumplido medio siglo de vida, una situación que no se dio en ese intervalo, según el IGE, antes de 2002 (excepto un caso, en 1998). A cambio, el grupo de madres que tienen su primer hijo de los 20 a los 24 años se redujo un 70% entre 1996 y 2015.

Las madres extranjeras tienen sus hijos a edades más tempranas que las de nacionalidad española. En 2015, en Galicia "solo", dice el IGE, el 19,7% de estas mamás tenía menos de 30 años, mientras que entre las foráneas el porcentaje era casi la mitad (48,8%).

Pero no solo la edad de las madres ha ido creciendo, sino que los gallegos en general ya no son tan jóvenes como eran. En 1996, la edad media de los habitantes de la comunidad era de 35 años. En 2015, en cambio, está ya en 46,2, once años más, y el fenómeno afecta tanto a los hombres como a las mujeres. Ellos pasaron de 33,4 años a 44,6, mientras ellas, un poco mayores de partida, tendrían ahora 47,8 años, frente a lo 36,6 de entonces.

Saldo negativo

Al margen de la edad de la madre, lo que sigue siendo una constante en Galicia en los últimos 25 años es que el número de nacimientos no basta para compensar el de defunciones. Según los datos divulgados ayer por el IGE, la cifra de fallecidos se incrementa en 2015, un año más, en la comunidad y "alcanza el valor más alto de los últimos cuarenta años", con un total de 31.688 defunciones. De ese modo, explican desde el IGE, el saldo vegetativo (diferencia entre nacimientos y defunciones) es negativo: 12.057 habitantes menos en 2015. Hace más de un cuarto de siglo que Galicia no presenta un saldo vegetativo que no esté en números rojos y en 2015 solo 13 municipios -de los 314 de la comunidad- escaparon a esa tendencia, y no fueron las ciudades.

Si la mala noticia es que nacieron menos niños en las cuatro provincias gallegas en el último lustro, la buena es que los gallegos viven más. Su esperanza de vida es superior a los 82 años y el 46,3% de las defunciones registradas corresponden a personas de 85 o más años.