Presente desde hace años en países como Alemania, Holanda, Bélgica o Suiza -aunque solo regulada en este último-, la figura del asistente sexual para discapacitados acaba de aterrizar en España. Varias empresas ofrecen ya los servicios de estos profesionales, encargados de asistir en la sexualidad a quienes tienen alguna discapacidad. "Hay cierta controversia porque no todas las asociaciones entienden los mismo por asistente sexual y por ello, lo primero que estamos haciendo es intentar llegar a un acuerdo sobre cómo se define esta figura para poder regularla", indican desde Discapacidad y Sexualidad.

Esta entidad se sitúa en la opción mayoritaria, en donde se considera el asistente sexual como "un tipo de apoyo para personas que no pueden hacer uso autónomo de su cuerpo, por ejemplo, que tienen una limitación motora funcional que dificulta que muevan sus extremidades superiores". "Donde no llegarían las manos del paciente, por ejemplo, se usarían las del asistente", indica la presidenta de esta entidad, Natalia Rubio, quien deja claro que este servicio, tal y como lo entiende Discapacidad y Sexualidad, nada tiene que ver con la prostitución. "En ningún caso el asistente ofrece una parte de su cuerpo para disfrute del usuario ni se realiza el coito, ni sexo oral. Simplemente es un apoyo para que el discapacitado viva su sexualidad solo o en el caso de que quiera hacerlo con su pareja", sostiene. Una idea que también defienden en VIgalicia. "Igual que hay la figura del asistente personal que apoya a los discapacitados en sus tareas diarias, surge la del asistente sexual, pero es el usuario quien decide qué quiere hacer cómo, dónde", indica Ánxela López, quien cree que regular esta figura puede suponer "entrometerse en la intimidad de las personas y se puede perder libertad". De momento, son pocos quienes desarrollan esta profesión.