Si la discapacidad apenas suele protagonizar las tramas de las películas, menos aún cómo este colectivo vive su sexualidad. Pese a ser minoritarias, en los últimos años se han estrenado filmes que abordan sin tapujos cómo las personas con diversidad funcional viven el sexo y que cuentan con el aplauso de las asociaciones que ayudan a este colectivo.

Una de las que ha gozado de mejores críticas en los últimos años, según destacan en la asociación VIgalicia, es Las sesiones (2012), de Ben Lewin, y protagonizada por Helen Hunt, John Hawkes y William H. Macy. El filme, basado en hechos reales, es el primero en abordar el tema del asistente sexual en la gran pantalla. Narra la historia de un poeta y periodista estadounidense afectado de poliomelitis, lo que le obliga a vivir paralizado y conectado de por vida a un pulmón de acero, una máquina imprescindible para respirar. A los 38 años decide perder la virginidad y para ello contrata a una asistente sexual. En la misma línea se encuentra la francesa Nacional 7 (2000), de Jean-Pierre Sinapi, en la que se muestra la vida de un joven que tiene una enfermedad degenerativa que quiere hacer el amor antes de que su dolencia vaya a más.

Más allá de películas en las que se trata la sexualidad en pacientes con enfermedades que pueden suponer una limitación, el cine también ha llevado a la gran pantalla la sexualidad en gente con una discapacidad intelectual como puede ser el síndrome de Down. Es el caso de la española Yo, también -de Álvaro Pastor y Antonio Naharro y protagonizada por Lola Dueñas y Pablo Pineda-, en la que se muestra como un joven son síndrome de Down se enamora de una compañera de trabajo. Trama similar a la francesa Piedras (2002) en la que una mujer con parálisis cerebral se enamora de su cuidador.

Y la gran pantalla también se hace eco de los temores que viven quienes tienen una discapacidad física sobrevenida o los falsos mitos sobre quienes tienen inmovilizada una parte de su cuerpo. Una de las películas que aborda este tema es la francesa Intocable (2011), en donde el protagonista es un hombre tetrapléjico que muestra cómo satisface su deseo sexual de forma diferente a lo tradicional. En su caso el placer sexual lo encontraba en las orejas. Además, este tema puede abordarse también desde la comedia. Es el caso de la belga Hasta la vista (del año 2011), donde tres jóvenes con una discapacidad -un invidente y dos con lesiones medulares de diferente grado- inician un particular viaje hasta España con el objetivo de perder las virginidad.

También sin tapujos se muestra cómo puede disfrutar de las relaciones sexuales una joven que pierde sus piernas tras un accidente laboral. Ocurre en la francesa De óxido y hueso, protagonizada por Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts, y en donde el personaje que encarna Cotillard tiene dudas sobre si podrá sentir lo mismo al practicar sexo que antes de perder las dos piernas.

En todas ellas, aunque con diferentes estilos y fórmulas, se aborda un tema que todavía es tabú para una gran parte de la población: cómo las personas con discapacidad -ya sea congénita o sobrevenida- viven su sexualidad y se tienen que enfrentar a los falsos mitos o barreras que pone la sociedad.